Grabación efectuada en los estudios Coté Jardin de Nogent sur Marne (Francia) y en el "Arrayán Estudio" de Santiago de Chile, entre agosto y noviembre de 2006.

Siempre

A California me voy
(Versión 2006)

Rumba por la paz

Dónde está la que quiero
(Versión 2006)

Canción del padre solo

Quita hurpillay
(con Osvaldo Torres)

Un final feliz

Lo que pido es amor

Palabras de amor

Los moteles

La gordiflónica ninfomanósica

Son de la co-razón

Chacao

Cueca larga de la NCCH

Eduardo Carrasco
Carlos Quezada
Hernán Gómez
Rubén Escudero
Hugo Lagos
Guillermo García
Ricardo Venegas (Farzán)
Ismael Oddó
Sebastián Quezada

Osvaldo Torres

(Voz en "Quita hurpillay")

Fernando Julio

(Contrabajo)

Danilo Donoso

(Percusiones)

Camilo Salinas

(Piano)

Ricardo Venegas (Caíto)

(Bajo)

Alfonso Pacín

(Guitarra y violín)

Felipe Cabrera

(Bajo)

Francisco Bosco

(Acordeón, saxo y pandero)

Gustavo Bosch

(Trompeta)

Franck Malesieux
Marc Hoeffelt

(Técnicos de Sonido Francia)

Eduardo Vergara

(Técnico de Sonido Chile)

Leonardo Fuica

(Fotografía portada)

Vicente Larrea
Luis Albornoz

(Diseño gráfico)

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Este disco es el resultado de una carrera artística de 41 años. En él hemos puesto nuestros sentimientos más preciados, nuestras ideas más permanentes y nuestros sueños irrenunciables. Es el Quilapayún de siempre el que se escucha en cada una de estas canciones. A los que creen en milagros y también a los que no creen, queremos contarles que en más de una ocasión, mientras grabábamos, como sucedió siempre, escuchamos la voz de Willy que se hacía misteriosamente presente en el estudio. Los que con más cariño han seguido nuestra carrera artística podrán distinguirla perfectamente en nuestras voces. También está presente en este disco nuestro inolvidable amigo Luis Advis, quien siempre nos distinguió con su amistad y reconocimiento. Aquí presentamos tres de las últimas canciones que compuso pocos días antes de morir, y una nueva versión de uno de sus mejores temas de la Sinfonía de Los Tres Tiempos de América. Siempre queda mucho por decir, pero todo lo que aquí se escucha pertenece a lo que somos, siempre hemos sido y siempre seguiremos siendo. "Siempre" no está dictado por la soberbia de pretender seguir eternamente sonando. "Siempre" es, para el que escuche atentamente, la expresión de la misma fuerza que nos hizo cantar en un principio y que no terminará de empujar nuestro canto hasta la última sílaba.