Quilapayún Header Quilapayún - Sitio oficial
Si miras el desierto y sus rincones…
FuentePeriódico: LA TERCERA Fecha26 Octubre 1997 PaísChile


Edición transcrita/traducida

El verdadero valor de la próxima reedición de la Cantata Santa María de Iquique, por el grupo Quilapayún, está en revitalizar la primera obra nacional que mezcló música clásica y popular, al amparo de un hecho histórico y social.

El 21 de diciembre de 1907 miles de mineros del salitre bajaron desde la pampa hasta Iquique, exigiendo mejoras laborales a los empresarios que, con sus riquezas, hacían del puerto nortino una de las ciudades más ostentosas y cosmopolitas del país.

Sin causar desmanes, al caer la noche, junto a sus familias buscaron refugio en la Escuela Santa María. Nadie sospechó que el lugar ocurriría una de las peores represiones de la historia de Chile, con un número de víctimas que va de 500 a 3.500 personas.

“El gobierno de Pedro Montt respaldó al intendente de la ciudad para que desalojara la escuela”, cuenta hoy el historiador Sergio Villalobos “El jefe de plaza, el coronel Roberto Silva Renard, dio un plazo fatal. Llegada la hora, ordenó disparar. La mortandad fue absoluta”, concluye.

Aunque la matanza de la Escuela Santa María de Iquique es considerada como uno de los episodios más sangrientos en la vida del país, "hay muchas cosas en la historia que jamás se dilucidarán acota Villalobos.

El paso del tiempo revitalizó este hito en una creación que se transformó en la representación más fiel de una época la Cantata Santa María de Iquique, de Luis Advis, en 1969, y estrenada por Quilapayún en el Segundo Festival de la Nueva Canción Chilena, en 1970, en el Estadio Chile.

“La Cantata nació de dos situaciones bien concretas”, cuenta Luis Advis en una entrevista publicada por la revista Ramona y compilada en el libro Ricardo García, Un Hombre Trascendente. “Esa matanza me apasionó y me entristeció desde chico. Yo estaba haciendo la música para Los que Van Quedando en el Camino, de Isidora Aguirre y, a última hora, el director decidió no utilizar las canciones. Un día de noviembre de 1969, al despertar, pensé en esas canciones. y pensé en la matanza de la Escuela Santa María. Decidí utilizar ese material y comencé a escribir. Quince días se lo mostré a Eduardo Carrasco, del Quilapayún, y acordamos montarla para el conjunto”.

INTENTO CONCEPTUAL

La Cantata cobraría, desde ese momento, una gran relevancia. La utilización de un hecho histórico, ocurrido 63 años antes, como objeto de absoluta contingencia, y la fusión de escuelas en un afán de experimentación musical nunca antes visto en nuestro país, le dieron la envergadura
necesaria

El musicólogo de la Universidad Católica, Juan Pablo González, explica esa connotación.
"La Cantata está dentro de la lógica de la música popular de los años '60 que quiere adquirir un rango de cultura, de algo intelectual. En Inglaterra ya existían, en la música popular Pink Floyd o los discos conceptuales como el Sargeant Pepper's de Los Beatles, los trabajos de Rick Wakeman con la Orquesta Sinfónica de Londres o las cosas que estaban haciendo grupos como Genesis o Yes. Había una tendencia mundial de llevar la música popular al formato de la música clásica”.

Desde París, el mismo Rodolfo Parada, director del grupo Quilapayún, tiene la perspectiva histórica de ese momento. "En muy poco tiempo, el grupo comenzó a hacer arreglos más complejos, más elaborados que nos condujeron a una relación con los músicos académicos. La Cantata nos mostró un mundo nuevo mucho más complejo. Una obra integral que nos abría los ojos, los oídos y el espíritu hacia horizontes musicales desconocidos para nosotros"

Advis, actual director de la Sociedad del Derecho de Autor, y Quilapayún comenzaron a trabajar.
"Cuando terminamos de montar las canciones, cuenta Parada, invitamos por primera vez a Héctor Duvauchelle para que hiciera el relato. Con el relato de Héctor se nos pararon los pelos. Al terminar nos abrazamos tremendamente emocionados".

CASO INEDITO

Para Juan Pablo González, el encuentro entre un músico de academia como Luis Advis y la tradición latinoamericana de Quilapayún, produjo una mezcla que, a pesar de las críticas de los expertos en música clásica, no tenía referentes en la música nacional.

"Musicalmente la Cantata está muy bien lograda. Hay una muy buena utilización de distintos ritmos latinoamericanos, de recursos instrumentales y de la mezcla del contrapunto barroco con las quenas y con las voces, de las texturas de la música clásica del siglo XVIII con la popular. Advis supo explotarlo analiza el musicólogo.

Más allá de conseguir ese equilibrio entre corrientes, la Cantata Santa María de Iquique rescata un hecho histórico por muchos olvidado y lo transforma en un símbolo de la lucha polarizada que se encendía en nuestro país.

"Todas las tendencias políticas, todos los gobiernos, todos los partidos, tratan de utilizar la historia", acota Sergio Villalobos. "Es bueno. Pero la utilización ideológica a la que se llega tiende a falsear las cosas. No hay necesidad de hacerlo. Ellas hablan por sí solas”, determina.

Para Miguel Davagnino, jefe del departamento de promoción del sello comunista Dicap, encargado de la primera edición de la Cantata, "el rol de los artistas chilenos era mostrar la realidad en ese momento y también revelar una realidad histórica no oficial”.

La masividad de la obra llegó a tal punto que consiguió vender más copias en Argentina que en nuestro país.

Rodolfo Parada resitúa el contexto histórico de la Cantata valorándolo en su justa medida. Las situaciones cambian y el significado que la Cantata tuvo en los años (70 no puede ser el mismo que ahora. Hoy tiene valor cultural. Hay muchas interpretaciones posibles y la gente que hace lecturas políticas, las puede hacer con las canciones de Luis Miguel. La Cantata hay que mirarla como un capital cultural chileno, sin olvidar que dice lo que dice y cuenta lo que cuenta”.

Realidades y expectativas

Quilapayún vuelve a Chile para realizar el montaje de la Cantata Santa María, en la salitrera Santa Laura, a 45 kilómetros de Iquique, el 1 de noviembre próximo, todo dentro del marco de las celebraciones del nuevo aniversario de la ciudad.

La intención final de las actividades, que coinciden con los 90 años de la matanza, es lograr repetir el evento los años siguientes.

Pero el montaje puede también generar falsas expectativas. Principalmente por el inmenso significado que la Cantata tuvo en su momento, por que han pasado 24 años desde su última presentación en nuestro país, o por la connotación que el grupo Quilapayún puede haber adquirido después de tantos años de residencia en Francia.

"Quilapayún está totalmente perdido de rumbo en este minuto. Radicados en París, viven haciendo salsa. Quieren la cosa combativa, pero eso está tremendamente desgastado. Pero bueno, tienen su cuento formado, tienen que vivir, es lo único que saben hacer", comenta Juan Pablo González.

Miguel Davagnino agrega: "Quilapayún como grupo perdió vigencia en París, pero eso no quiere decir que su trabajo tenga menos sentido. Hay grandes maestros que han tenido que tocar en cabarets para ganarse la vida. Pero siguen siendo
maestros igual”.

Ernesto Escobar Ch.