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Quilapayún
FuentePeriódico: LA ÉPOCA Fecha7 Febrero 1989 PaísChile


Edición transcrita/traducida

A diez días del inicio del Festival de la Canción de Viña del Mar, lo importante en materia de música popular lo ha constituido el ciclo de presentaciones que ha desarrollado en diversos escenarios del país un grupo que por años fue perseguido en Chile, al punto de convertirse en un mito para las nuevas generaciones. Nos referimos a Quilapayún.

En el pasado, por su indiscutida calidad musical, el conjunto ocupó un lugar de privilegio en la preferencia del público, prácticamente desde que nació en 1964 como un cuarteto. Eran años de auge de la música popular chilena, en los que convivían los movimientos llamados La nueva ola y el Neofolclor. A este último se incorporó el Quilapayún, pero con temas. de mayor contenido. Fueron, junto a los hermanos Isabel y Angel Parra, Patricio Manns, Víctor Jara e Int illimani, las figuras más importantes de lo que se denominó La nueva canción chilena.

Con el advenimiento de la Unidad Popular, estos músicos parecieron sacrificar su independencia para sumarse a la causa política gubernamental. Su nivel de popularidad decayó en un gran sector del público, aunque su calidad se mantuvo incólume.

Tras el golpe militar del 73, estos artistas fueron perseguidos drásticamente. Incluso uno de ellos, Víctor Jara, fue asesinado. Los demás debieron partir al exilio.

Su material discográfico, si era descubierto, era inmediatamente confiscado y destruido por la autoridad militar. Quienes tenían discos de estos autores debieron ocultarlos o sencillamente romperlos. Los pocos que se guardaron se escuchaban en forma clandestina.

Con el paso de los años, este tipo de música se “institucionalizó” estancándose. Esto fue advertido por los propios artistas, los cuales buscaron nuevas formas en su quehacer, abandonando. en parte la temática política de sus creaciones. En eso estaban cuando los sorprendió el cambio político que les permitió regresar.

Aquí, han reiniciado su trabajo musical con gran éxito de público. Como aún no terminan los complejos autoritarios, se les han negado algunos escenarios municipales y tampoco logran presentarse en televisión. Pero, ya vendrá eso. Lo plausible es que el país ha recuperado algunos de sus mejores valores artísticos, los cuales además están exhibiendo una producción de valor universal.