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Quilapayún, más maduro, sigue cantando a la vida
FuentePeriódico: DIARIO POPULAR Fecha26 Noviembre 1983 PaísArgentina


Edición transcrita/traducida

Los Quilapayún han vuelto luego de diez años de horror y silencio en este cono Sur, alejado del mundo y por lo tanto cerca del dolor.

Que los chilenos vuelvan a cantar en nuestra tierra, en su tierra, después de todo esto que ha pasado y poder comprobar uno personalmente que sus voces siguen intactas, que sus presencias siguen junto a los que en la noche del 24 de noviembre colmamos las instalaciones del Luna, como hace diez años.

Quilapayún no es el mismo, ha madurado y la vieja cantata, pese a todo, sigue emocionando como la primera vez, como las audiciones clandestinas que muchos de nosotros hicimos en este tiempo. Con Quilapayún volvieron los versos de Pablo Neruda, los sones de Víctor Jara, la memoria definitiva.

¿Fue un concierto político? Sí, como todo lo que hace a la vida del hombre. Hubo consignas y emociones, la gente cantó, los Quila le dieron su voz a la noche; don Armando Tejada Gómez, sus palabras, y uno le dio a las manos hasta el dolor, de tanto aplaudir.

Los músicos evolucionaron lejos de su tierra, pero lo hicieron con garra y con fe, lo que entregaron fue de primer nivel, cuidado y parejo, logrando climas que raramente se dejan ver por estas playas y que se dejan oír por estos oídos. Lo de don Armando es otra cosa y merece otro espacio, con mas tiempo y con otras definiciones. Pero Armando Tejada Gómez es parte de un mito que uno guarda en su corazoncito y tal vez uno también hoy está con otras urgencias y otras necesidades. Que me haya gustado lo suyo o no es otra canción, que en algún momento hemos de cantar, pero lo de la noche del 24 no dio lugar para relatar o sentir otra cosa que ese tipo de reencuentro que nos tenía preparada de antemano la vida que en suerte nos toca vivir.

Entre Eduardo Carrasco, su director; Carlos Quesada, tenor; Guillermo Oddo, barítono; Hernán Gómez, barítono; Rodolfo Parada, también barítono; Hugo Lagos, tenor; Guillermo García, barítono y Ricardo Venegas, bajo, y el público se gestó una fiesta del canto popular latinoamericano, como para asombrar al mismo diablo. La gente bailo, canto -ya lo dije- en una fiesta en donde tanto el humor y la emoción lograron picos muy agudos y palpables, que fueron ese algo más que estos hermanos de la trasandinia luego de diez largos años vinieron a contar a esta orilla de río grande y marrón.

Junto con los Quilas compartieron el escenario del recinto el grupo Quintral y una joven ganadora del Festival Internacional de la Joven Canción realizada en la URSS este año y el nombre de la misma es Patricia Andrada y merece ser recordada por la excelente factura que realiza esta niña con su voz. Todos cantaron y uno quedó afónico de tanto hacerlo.

Fue una fiesta, y perdón por lo repetitivo, pero así fue y uno solamente hace un relato de tanta potencia con-centrada, tanto de un lado como del otro, para que todo saliese bien, como siempre debe ser, como siempre debió ser pese a los esfuerzos en contra que todos hemos padecido en silencio.

Entonces, si fue una fiesta política también está bien, porque algo de todo esto nos seguimos mereciendo, pese a las mordazas y los silencios con que quisieron tenernos sujetos todo este tiempo. Quilapayún está otra vez entre nosotros para que la vida siga como debe seguir.

Carlos Dutil