Quilapayún Header Quilapayún - Sitio oficial
Quilapayún: con la nostalgia en el alma
FuenteRevista: HUMOR FechaDiciembre 1983 PaísArgentina


Edición transcrita/traducida

Diez años después, a las puertas de la participación popular, volvieron los Quilapayún. El Luna Park fue color, euforia y un conjunto que, en especial, brilló con el sonido de entonces. La nostalgia, dolorida entre años de heridas intensas, se juntó en un público de distintas edades. Hubo baile, consignas políticas y una medida piola: los empresarios dejaron entrar al piberío que no tenía ni para entradas. Un buen momento para tratar en profundidad el nuevo tiempo de la canción popular.

Si Quilapayún pasó por Buenos Aires, seguro que estamos en primavera. Llegaron desde París, donde viven desde que les fue impedido retornar a su Chile, y tras una recepción muy cálida en Ezeiza, abrieron el fuego con una conferencia de prensa.
Eduardo Carrasco, el director de los siete, fue el único que habló. Sus conceptos no aportaron mucho aunque la propuesta parecía encaminada a aflojar los tientos del dogmatismo, según lo experimentado allí

Han pasado diez años. Permisos mediante los Quila abordaron el Luna Park en medio de una multitud fervorosa donde se mezclaban las nuevas generaciones y quienes los vieron hace diez años. Como todo está repentinamente politizado, había banderas de la Federación Juvenil Comunista, el MAS y el Partido Intransigente. Dos hombres cuarentones llevaban en la popular un lienzo blanco pidiendo por Chile. Pequeñas banderitas chilenas se sacudían entre manos anónimas y junto al escenario una barra de muchachas buscaba espacio para bailar al compás de los bienvenidos.

El poeta mendocino Armando Tejada Gómez inauguró la noche con su poesía, excedido un poco en los tiempos de la escena. Tejada, prohibido sistemáticamente en la radiofonía y la televisión (cuando alguno se animaba pasaba un tema suyo y decía: "de Gómez"), se dejó dominar por la euforia y cayó en varias ocasiones en un efectismo que no lo ayuda. Su decir de poeta precisa reposo. Es indudable que amiba o abajo del escenario, tantos años de silencio forzado producen cambios en uno que, no es pa ponerse mal, merecen polemizarse. Como el rincón "culto" de los Quila ("La revolución y las estrellas"). Lo culto en música popular es hacer música popular, sin vueltas.

Los Quila se presentaron con "Plegaria del labrador" de Víctor Jara, v atravesaron parte del repertorio tradicional. "Vamos mujer", de la cantata Santa María de Iquique, el punto central de la obra del grupo; "La carta", de Violeta Parra, trajeron parte de aquel sonido. Pero han pasado diez años y el sonido es otro. La fuerza de Quilapayún tiene un estricto tono profesional; de ahí que lo fundamental de ellos fue una excelente puesta en escena, el uso de las tablas, algo propio de gente que trabaja al estilo europeo y los aires de aquel tiempo. Porque la gente, la multitud reunida en el Lectoure Park, iba a recuperarlos desde aquellos años idos.

El "Tío Caimán", tema centroamericano de carácter político (veta que exponen hasta la solemnidad), hizo bailar a la muchachada que se sacudía en los pasillos e imaginaba piruetas en los bancos mientras se agitaban las banderas. Julio Rozemblum, de los organizadores de Nuevo Canto, permitió que un nutrido grupo de jóvenes, que bramaba en la vereda de Madero, entrara sin pagar. Un servidor, obsequioso por ser jueves, dio una entrada a un colimba que no dejaban entrar. Pobres soldaditos argentinos, se usan para la guerra y no pueden entrar a un festival popular. ¡Vamos, Lito. ¿No se podría establecer un cupo de entradas en el Luna, para los colimbas?

Gieco seguía con interés la cosa y era asediado por las mujeres, en especial. Patricia Andrade, que venía de ganar el Festival Mundial de Intérpretes de la Unión Sovietica, y el grupo Quintral, se fueron con la segunda parte.

Luces manejadas como los pinceles de un pintor iluminaban el escenario de los Quila, que ganaban -no había caso- con el cancionero de la otra década. Cantos contra Pinochet entre la gente, los clásicos en este caso también, el pueblo unido y un detalle: no caminó el "se va a acabar". asunto está liquidado. Del tango "Re-volver”, sólo se salvo Arturo Penón (ovación para él y el maestro Pugliese). Uno del público propuso contestarles conta orquesta de Héctor Varela y los dos que cantaban "Azúcar, pimienta y sal" desde una cueca.

Sea cual fuere el resultado de la gira, lo fundamental es el reencuentro y la polémica en toro de lo que vendrá en la música popular de Latinoamérica. Fue lindo escuchar "La muralla" otra vez, encontrar en la voz de Guillermo Oddo a los Quila del setenta o saber que el mexicano Gabino Palomares (autor de la "Maldición de Ma-linche") adhería desde la Nueva Canción al reencuentro.

Hubo bises; la habilidad de los Quila le puso la cuota exacta a una euforia en apariencia indominable. Manejaron el clima a gusto. En la salida de la popular sobrevino el duelo de consignas con ese sentido de la irrealidad que a veces tienen los grupos políticos. Los muchachos del doctor Alende cantaban "somos la patota". la fede metió entre pocos La Internacional (¿?) y cinco incomprendidos danzaban cantando "Somos la patota del doctor Abal Medina.” Quién lo entiende.

Alejandro C. Tarruella