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Quilapayún, la revolución y las estrellas
FuenteRevista: SILENCE Fecha1 Junio 2010 PaísFrancia


Edición transcrita/traducida

Quienes conocieron la época de la llegada de los refugiados políticos chilenos tras el golpe de Estado de Pinochet en 1973 saben cantar, con el puño en alto, el himno revolucionario "El pueblo unido jamás será vencido". Pero más allá de ese himno que los identifica, Quilapayún ha seguido forjando su camino en la encrucijada entre el compromiso político y la poesía, en una propuesta artística original cuyas polifonías estremecen. Tras 45 años, el grupo sigue creando y actuando en público. Silence formuló algunas preguntas a uno de los miembros históricos de Quilapayún, Luis Hernán Gómez Larenas.

Silence: ¿Cuáles son las circunstancias en las que nació y se desarrolló su música?

Luis Hernán Gómez Larenas: Quilapayún fue creado en 1965 por los hermanos Carrasco y Julio Numhauser, con la intención de desarrollar una expresión enraizada en nuestro folclore. Se trataba de jóvenes estudiantes influenciados por la Revolución Cubana, militantes de izquierda que querían asociar los cambios sociales a una música original, como un gesto de independencia.

El grupo ha atravesado cuatro períodos distintos: los años sesenta, en medio de los movimientos sociales que desembocaron en un gobierno de izquierda encabezado por Salvador Allende. Luego, desde 1973, vino el período del exilio, marcado por una intensa actividad y gran creatividad interna. Posteriormente, una etapa de 1992 hasta fines de 2002, una transición post-exilio marcada por una crisis y una baja de actividad, y finalmente el período desde 2003 hasta hoy. Los dos primeros periodos son los más fecundos, con nuestras obras más significativas. A mi modesto parecer, aún no hemos dicho nuestra última palabra, el desarrollo debe continuar.

¿Cómo ha evolucionado su propuesta musical?

Nuestra creación musical se inspira en el folclore y en diversos ritmos populares de nuestro continente. Estas expresiones musicales, ricas y variadas, representan una fuente inagotable. A partir de ahí, nuestra propuesta artística consiste en desarrollar una canción que privilegie la defensa de valores fundamentales y humanistas: democracia, justicia social, amor, tolerancia… Nuestro vínculo con la poesía y las artes se manifiesta a través de los encuentros, la intersección y las influencias mutuas de nuestras actividades con poetas y escritores como Neruda, pintores como Matta, Antúnez y Balmes, músicos como Advis, Orrego Salas, Becerra y tantos otros. En cada uno de los 35 álbumes de nuestra discografía se pueden encontrar huellas de ello.

¿Cuáles son los momentos más importantes de su carrera?

Son demasiados para nombrarlos todos: el trabajo con Víctor Jara, la creación y puesta en escena de La Cantata Santa María de Iquique en 1970 junto al compositor Luis Advis, con quien también montamos La Sinfonía de los Tres Tiempos de América en 1987, nuestra relación con Salvador Allende, la Fiesta de L’Humanité en 1973 y 1974, el Olympia en 1973 y 1984, sin olvidar nuestras últimas giras por Francia y Chile con públicos masivos que nos sorprendieron gratamente.

¿Cómo funciona el colectivo?

Quilapayún, desde su “infancia”, funciona de manera democrática. Las decisiones del grupo se discuten previamente. Cada uno expone su punto de vista y a veces hay intercambios duros, pero eso no es un verdadero problema. Los talentos de cada cual están al servicio del colectivo. Los beneficios de nuestro trabajo se reparten equitativamente. Esta forma solidaria de funcionar forma parte de nuestra identidad. Es aún más importante porque fue cuestionada cuando un exintegrante registró la marca Quilapayún a su nombre, lo que provocó un grave conflicto en 2002. Los tribunales europeos fallaron a nuestro favor. En Chile, el juicio por la marca aún sigue en curso y ya hemos obtenido dos fallos favorables.

El grupo ya tiene 45 años de existencia. ¿Por qué seguir con esta aventura por tanto tiempo… y cómo lo logran?

Yo diría que, en nuestro caso, el “cómo” y el “por qué” son una misma cosa. Fue Chile y sus circunstancias las que nos impulsaron. Mira los años 60 y la Unidad Popular, que despertó tantas esperanzas en el mundo, la lucha contra la dictadura, el exilio, que nos permitió viajar, Francia que nos acogió y su público que nos adoptó. Desde hace seis años, los chilenos de una nueva generación vienen a vernos como testigos de una época que no vivieron. Pero también muchos de aquellos que sufrieron la pérdida de un padre o de un hermano.

Hoy, entre esas mismas personas, algunas lo han perdido todo tras el sismo que devastó el país el 27 de febrero de 2010. Tenemos que hacer algo como artistas y ciudadanos que tenemos el privilegio de contar con una tribuna, constituida por este grupo en el que cada uno ha entregado su vida y su talento. Todo eso nos empuja a continuar. Así que, ¿por qué no 50 años? Todo puede pasar.

¿Cómo concilian “la revolución y las estrellas”? ¿Qué relación establecen entre su arte y su compromiso político?

Participamos en la vida cívica, en las luchas por una sociedad más justa, pero sin olvidar que es el espíritu, la educación, la cultura lo que finalmente hace feliz a la gente; por eso hay que asociarlos. La comida no basta si no hay educación; la luz no basta si no tienes un horizonte. Es la eterna dificultad de conciliar lo material con lo espiritual, la igualdad con la justicia, la necesidad de pan con la de utopía. Son esas “ecuaciones” las que ni el marxismo ni el capitalismo han logrado resolver por falta de humanidad y quizás por desprecio hacia la cultura.

¿Qué opinión tienen sobre los cambios ocurridos en Chile desde el fin de la dictadura de Pinochet en 1990?

Chile se ha convertido en una democracia sólida y madura, como lo refleja el éxito de los gobiernos de centroizquierda que se han sucedido desde 1989. La derecha republicana y ultraliberal retomó el poder tras 20 años, y ni un solo incidente manchó las elecciones. Piñera, el nuevo presidente, deberá continuar la reconstrucción de un país en el que un tercio está destruido tras el sismo, con 2 millones de personas sin hogar y ciudades que han desaparecido del mapa. Cabe esperar que ni esta tragedia ni este nuevo gobierno hagan olvidar que aún hay torturadores en las calles y que el juicio por el asesinato de Víctor Jara y de tantos otros compatriotas aún no se ha realizado.

¿Cuál es su actualidad?

Tras unos años 90 bastante escasos, nuestra actividad se reparte entre Europa y América. Nuestro último disco es el CD Solistas, publicado en septiembre de 2009 en Santiago. Como su nombre lo indica, está compuesto por canciones en las que cada uno de los miembros es la voz principal por turno. Preparamos un nuevo álbum que estará aún más ligado a nuestras raíces y preocupaciones como chilenos. Quilapayún se ha convertido en una verdadera compañía de once miembros. El panorama está abierto, tenemos nuevos integrantes jóvenes y talentosos.

Guillaume Gamblin