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La obra que cambió la historia de la música popular chilena
FuentePeriódico: LA TERCERA Fecha15 Mayo 2000 PaísChile


Edición transcrita/traducida

Cantata Santa María de Iquique cumple treinta años desde su grabación y estreno

Un hombre que no era ni folclorista ni militante de algún partido creó la pieza más emblemática del movimiento obrero y la Nueva Canción Chilena. Desde entonces ha dado vueltas por el mundo y ha contado con una versión corregida de Julio Cortázar que no fue del agrado de su autor, Luis Advis. En noviembre Quilapayún vuelve para celebrar sus tres décadas.

A principios de 1970, Eduardo Carrasco llegó al departamento de Luis Advis para pedirle que arreglara las canciones que la cantante griega Danae grabaría en el sello del Partido Comunista, Dicap. Carrasco era el director musical de Quilapayún y Advis un profesor de estética y compositor de música para obras de teatro. Conversando, Carrasco reparó en unas hojas que estaban desordenadas sobre un piano. "Es una pequeña obra sobre un hecho que pasó hace muchos años en Iquique, ¿quieres verla?"

Luis Advis trabajaba en una cantata inspirada en la masacre de los obreros del salitre en 1907 y se la prestó a Carrasco para que la leyera. A las dos semanas estaban ensayando junto al resto del grupo el montaje de La Cantata Santa María de Iquique, una de las obras fundamentales de la Nueva
Canción Chilena.

La Cantata no sólo inauguró una fusión hasta entonces inédita en Chile entre música docta y folclore, sino que también se convirtió en una bandera de reivindicación social en Chile y el resto del mundo.

Curiosamente, la obra más significativa del movimiento obrero fue escrita por un hombre que no pertenecía a la música popular y tampoco adscribía a ningún partido político. "No entendía esas cosas" dice Advis, quien mantuvo su cargo de docente en la Universidad de Chile tras el golpe de Estado. Nunca imaginó la dimensión que alcanzaría un trabajo realizado sin grandes expectativas pero que coincidiría con un momento histórico clave.

"Lucho, sin ser político, había dado en el clavo" escribió Eduardo Carrasco en su libro Quilapayún, la Revolución y las Estrellas (Ornitorrinco, 1988).

Aunque no era "político", el tema de los obreros del salitre no era ajeno a Luis Advis. Nacido en 1935 en Iquique, el compositor oyó desde pequeño la historia de la matanza. La idea comenzó a tomar forma en 1968, cuando escribió veinte poemas inspirados en un largo viaje al Norte Grande.

El mismo año Advis fue convocado para musicalizar la obra de Isidora Aguirre Los que van Quedando en el Camino, una pieza sobre las matanzas de 1932 en Ranquil y Lonquimay. El estreno finalmente desechó la música y ésta junto a otras canciones compuestas por el autor fueron conformando las piezas de la Cantata.

Para articular el texto, Advis se basó en el libro Reseña Histórica de Tarapacá del cual sacó la mayoría de los datos históricos. Los que no aparecían ahí, simplemente los inventó. Como sugiere
Carrasco en su libro, "las 3 mil 600 víctimas fueron el resultado de un complejo y laborioso cálculo que el músico tuvo que hacer suponiendo que en la huelga habían participado 90 oficinas salitreras, lo que implica un número muchísimo mayor que el que se daba comúnmente en las informaciones oficiales”.

A partir de la Cantata, los 3 mil 600 muertos se transformaron en un dato oficial e irrebatible de la matanza.

El distanciamiento

Si Luis Advis tuvo bastante trabajo al escribir la Cantata, sus esfuerzos se redoblaron cuando se propuso montarla junto a Quilapayún. Como ninguno de los miembros del grupo sabía leer música, el autor debió enseñarle a tocar la obra a cada uno de ellos.

Tras un ensayo general al que asistió por primera vez el actor Héctor Duvauchelle, la Cantata fue estrenada oficialmente en julio de 1970 en el Segundo Festival de la Nueva Canción Chilena.

"Era un éxito total" recuerda Rodolfo Parada. "La obra corrió como un reguero y trascendió a Latinoamérica y Europa". Un par de meses después del estreno, Quilapayún y Duvauchelle entraron a los ex estudios de la RCA para grabarla.

El golpe militar sorprendió a Luis Advis con sus clases en la Universidad de Chile y a Quilapayún en una gira por el extranjero. Las cintas masters de la Cantata, fueron destruidas y el disco se convirtió en sinónimo de sedición. Con domicilio en París, la banda siguió presentando la obra junto a connotados narradores que suplieron la ausencia de Duvauchelle.

El natural distanciamiento entre Advis y Quilapayún se acrecentó cuando el primero se enteró de la versión corregida que el grupo grabó en 1978 en París. Que Julio Cortázar fuera el "corrector" del texto (ver recuadro) y el actor Jean Louis Barrault el narrador, no aplacó la ira del autor original.

"La escuché una sola vez y nunca más oí esa versión" agrega Advis. "No me gusta que corrijan mis textos sin preguntarme, además que en ninguna parte yo uso la palabra pueblo como la usa Cortázar. Estaba tan molesto con ese señor que le iba a escribir una carta, pero no lo hice porque al mes siguiente murió".

Con quien sí se escribió fue con Carrasco. Le manifestó su disconformidad y acordaron no volver a presentar la versión del escritor argentino. Pese al acuerdo, las relaciones con el resto de los músicos nunca fueron compuestas. Para el concierto con que Quilapayún celebró en 1997 los noventa años de la masacre de la Escuela de Santa María en plena pampa, Advis se marginó argumentando no haber sido invitado.

Y es probable que el iquiqueño tampoco asista a los conciertos que Quilapayún ofrecerá en noviembre para celebrar los 30 años de la Cantata y los 35 de la formación del grupo.

Advis dice que no le interesa ver a los sobrevivientes del conjunto, que hace tres años ya los escuchó por televisión y los encontró desafinados. "Ahora ya no es lo mismo. Pero si ellos quieren cantarla, que la canten: a mí me da igual”.

Julio Cortázar, el corrector

Fallas de sintaxis y rimas habrían motivado a Julio Cortázar a revisar el texto original de la Cantata Santa María de Iquique y corregirlo para su versión en francés. Así lo explica Rodolfo Parada, quien junto a sus compañeros del grupo frecuentaban al escritor argentino y otros intelectuales que se oponían a las dictaduras que en esa época germinaban en Latinoamérica.

La versión en francés, hoy descatalogada y muy difícil de conseguir, fue narrada por el fallecido actor y director francés lean Louis Barrault. La portada del disco fue ilustra. da por Roberto Matta y en su carátula se explican los motivos de la nueva edición. "Ante la imposibilidad de pulir la obra con su autor, los Quilapayún se han beneficiado con la ayuda inestimable del gran escritor argentino
Julio Cortázar’.

La edición se sumó a otros registros en vivo que el grupo montó con actores como Jane Fonda, Gian-Maria Volonté y Lee Grant. En 1992, el sello Alerce reeditó el disco con su gráfica original y seis años más tarde, cuando Quilapayún traspasó su catálogo a la multinacional Warner Music con sede en Chile, volvió lanzarlo. De la edición corregida de julio Cortázar no hay rastro en el país y Luis Advis no está dispuesto a que lo haya.

Cristobal Peña F.