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Quilapayún exhibió anoche su faceta cosmopolita
FuentePeriódico: LA TERCERA Fecha16 Octubre 1999 PaísChile


Edición transcrita/traducida

Con el concierto que el septeto ofreció anoche terminó su gira por Chile. Los músicos, radicados en Francia, planean volver durante el verano.

Al apagarse las luces, uno de los entre 2 y 3 mil espectadores que ayer vieron a Quilapayún en el estadio Chile, empezó a tocar su quena Venceremos, el tema de este grupo que sirvió como uno de los principales símbolos de la Unidad Popular. La cortina improvisada de ese entusiasta no tuvo el fin buscado, porque en el escenario aparecieron los teloneros de la noche, el trío Ancarola, Restucci, Hernández.

Entre sus tres canciones, la cantante y los dos guitarristas incluyeron una canción de Víctor Jara. No fue la única canción suya durante la noche. Después de iniciar su presentación con un tema instrumental, Rodolfo Parada, el director artístico de Quilapayún, junto con señalar que era “muy emocionante cantar después de tantos años en este lugar tan lleno de significaciones”, introdujo Plegaria a un Labrador, produciendo una inmediata reacción de fervor en la audiencia, la misma que se desató ya avanzado el recital con otro clásico del repertorio de la banda, La Muralla.

Pese a que las canciones de Quilapayún con una mayor resonancia política siguen siendo las que más encienden al público, la banda confirmó en vivo que lo suyo es más que consignas. De hecho, en el repertorio de anoche primó su último álbum, Quilapayún… Al Horizonte, aparecido sólo hace un par de semanas.

La opción por construir su show en torno a ese disco reveló efectivamente el carácter refinado y cosmopolita de Quilapayún, que lo mismo que moverse por sonoridades con aire de pampa, se inspira en el compositor griego Manos Hajidakis (el instrumental Suite Movie) o interpreta al francés Serge Gainsbourg (A los niños con suerte) y al español Manuel Pareja-Obregón (la sevillana La Flor del Romero). La atmósfera de Temporía, un instrumental del director musical del conjunto, Patricio Wang, recordaba por momentos a las partituras de Bernard Hermann para las películas de Hitchcock.

Pero también hubo mucho del Quilapayún tradicional, el que eleva melodías simples a niveles épicos gracias a su notable armonización vocal y su manejo de los énfasis, la tensión y el dramatismo. Estos elementos son quizás los que han posibilitado que el grupo perdure más allá de las consignas.

Sergio Fortuño L.