Relajados, comunicativos, reflexivos, concentrados, así estuvo Quilapayún en el Teatro Monumental en el primero de los dos conciertos que marcaron su despedida de esta visita a Chile.

Una presentación impecable en lo técnico y en la entrega artística, eso sí que menos emotiva que la vivida en la oficina salitrera Santa Laura la noche del último sábado.

Un buen concierto que debería marcar el fin de una etapa de Quilapayún en Chile y la posibilidad de proseguir una labor musical que va mucho más allá de las canciones de sus primeros años, las que siguen pidiéndoles con insistencia. Esto no impidió que presentaran algunos temas nuevos, como una instrumental que aún no tiene nombre y que incluye hasta violoncello. Y aunque Rodolfo Parada confesó en el escenario del teatro que "ser artista es difícil, por lo duro que es imaginar la realidad y más duro aún, imaginar otra realidad" su tarea la han llevado a cabo con talento y honestidad.

Recorte de Prensa

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