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Quilapayún cantó como en los viejos tiempos
FuentePeriódico: LA ÉPOCA FechaEnero 1997 PaísChile


Edición transcrita/traducida

Quién lo hubiera pensado! Tanto que advirtieron que ya no volverían a tocar ciertas canciones con un significado político y allí estaban los integrantes de Quilapayún entonando El pueblo unido jamás será vencido, ante casi cuatro mil espectadores que los secundaban enfervorizados y disciplinadamente.

El recital que la banda brindó la noche del jueves en el Court Central del Estadio Nacional será memorable por muchas cosas, pero entre ellas, lo que más resalta es que la multitud fue a escuchar al viejo Quilapayún, aquel combativo grupo de los años 60 que popularizó temas como La muralla, Plegaria a un labrador y La batea.

Más de tres décadas han pasado desde sus inicios, el grupo vive hace años en París, renegaron de su condición de artistas militantes y ahora, en vez de ponchos y barbas, lucen elegantes trajes negros y cantan ordenadamente en el escenario.

¿Son los mismos? Cabría suponer que no, por los innumerables cambios que han afectado la formación original. Al principio eran tres barbones, Eduardo y Julio Carrasco y Julio Numhauser, lo que los llevó a ponerse ese nombre -que significa tres barbas, en mapuche-, en un lejano 1965.

Los actuales Quilapayún son Rodolfo Parada, Patricio Wang, Patricio Castillo, Guillermo García, Hugo Lagos, Hernán Gómez y Daniel Valladares.

Son otros, pero la empatía que tuvieron con su público hizo que las rencillas -muchos los tildan de amarillos; otros, de trasnochados- fueran zanjadas con creces y el espíritu original de la banda se palpó.

Quilapayún encendió la noche nuñoína del jueves y en un espectáculo marcado por la melancolía, entregaron más de dos horas de un variado repertorio.

Decir variado es poco, porque la evolución que ha marcado la trayectoria de la banda se siente, y las canciones de antaño tienen muy poco o nada que ver con las más recientes.

Pero Rodolfo Parada había intuido que el público iría a verlos por esas canciones que marcaron época, y no se hicieron de rogar.

Porque el recital comenzó con una canción instrumental, Yarabi y huayno, y al instante Parada anunció Plegaria a un labrador, que emocionó a los presentes.

Una de las sorpresas que tenían preparada era una versión instrumental de Eleanor Rigby, la que fue recibida con entusiasmo.
Luego se sucedieron Creer es ver; Latin-Africa; La carta, de Violeta Parra y El malembe, ya en uno de los encore.

Enumerar el repertorio sería excesivo. Basta con decir que Quilapayún le dio en el gusto a su público y cuando ya habían vuelto por tercera vez al escenario, Parada explicó que "hay temas que hace rato dejamos de tocar -pifias- ¡Pero escuchen! Como sabemos que todo artista se debe a su público, tocaremos la siguiente canción", comenzaron a sonar los acordes de El pueblo unido jamás será vencido.