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Rodolfo Parada: “El consenso se ha transformado en algo blanducho”
FuentePeriódico: LA ÉPOCA Fecha28 Septiembre 1997 PaísChile


Edición transcrita/traducida

Entre el 27 de octubre y el 6 de noviembre Quilapayún realizará una gira nacional que incluirá Viña del Mar, Concepción, Iquique y Santiago. El grupo volará desde París, con Rodolfo Parada siempre en la dirección artística.

El músico, ingeniero civil y sociólogo habló en Francia acerca de su percepción de la memoria en Chile ("una referencia segura para preservar la identidad") y de cómo ve la forma de hacer políticas culturales desde su puesto en el Ministerio de
Cultura francés.

Sobre el “desafío cultural chileno” habló en París Rodolfo Parada con La Época. Se trata de un diálogo concertado cuando faltan pocos días para llegar a Chile, en una ya no tan fugaz visita, y realizar, a contar del 27 de octubre y hasta el 6 de noviembre, una gira nacional que incluirá Viña del Mar, Concepción, Iquique y Santiago. El programa de Quilapayún girará entre obras fundamentales: la Cantata Santa Maria de Iquique y 15 canciones esenciales.

Músico, ingeniero civil titulado en Chile y doctor en sociología por la Universidad de La Sorbona, Francia, Rodolfo Parada quiso esta vez hablar desde su lugar en el Ministerio de la Cultura francés, cartera en la que trabaja desde 1991 y en la cual se mantiene ligado a la políticas culturales de ese país a través de un doble papel como gestor y crítico. Rodolfo Parada otra vez volverá a Chile por un tiempo corto.

-Pocos son los jóvenes que saben lo que pasó antes de la dictadura, y yo no creo que la restitución de la verdad histórica sea sinónimo de rupturas sociales. Aquí hay trabajo para historiadores, para sociólogos, para artistas, etc. Todos tienen que jugar su rol en esto de la memoria, dice.

- ¿Por qué no vuelven (definitivamente) a Chile?

- Ya lo hemos dicho varias veces. Nuestras vidas están demasiado entreveradas afuera, profesional y sentimentalmente, como para tomar decisiones drásticas. En general estamos bien y llevamos una vida sin sobresaltos. Sin embargo, no descartamos la posibilidad de volver algún día. Pero si alguna posibilidad existe, ésta tendrá que construirse de a poco, con rigor y seriedad. El problema es complejo. La verdad es que fuera de las manifestaciones espontáneas de cariño de innumerables gentes que nos dicen que ojalá volvamos pronto, nadie nos ha planteado formalmente u oficialmente, hasta ahora, la necesidad de estar, de partida más periódicamente. Me han dicho que, de los artistas que hoy viven en Chile, retornados o no, cada cual se las arregla como puede, así esté trabajando a todo dar por la cultura nacional.

- Después de varios años de ausencia, ustedes han realizado en enero y en junio dos giras por Chile, además de emisiones de TV. ¿Cómo han encontrado la acogida y, más en general, el país?

- Lo más fantástico de una gira en Chile es recuperar el sentido profundo, casi telúrico podría decir, de cada palabra, de cada gesto, de cada nota. También, a medida que transcurre el tiempo, nos hemos dado cuenta de que nuestra presencia en Chile se puede inscribir en una cierta necesidad que tiene el país de recuperar su memoria.
(…). También queremos participar en este trabajo de reconstrucción de nuestra historia colectiva. Es conmovedor ver a jóvenes de 17-20 años que corean canciones como la Plegaria a un labrador o La Muralla o La batea, canciones que para ellos establecen un lazo con el pasado. Me parece evidente que hay algo muy sensible que está ahí, reprimido, rechazado.

- Al parecer no todo el mundo está de acuerdo con enfrentarse a un pasado conflictivo. La prueba es que dos gobiernos articuladores de consensos han instaurado un clima de armonía que es muy difícil contravenir.

- Latinoamérica acaba de atravesar algunos decenios bastante complicados, con dictaduras militares que han provocado muchas tragedias, muertos, desaparecidos, exilados. La manera de superar estas tragedias ha sido la búsqueda de consensos, los que han contribuido a consolidar Estados democráticos casi normales. Pero al mismo tiempo, según los países, estos consensos han fragilizado el debate político. El consenso positivo se ha transformado en algo "blanducho", prácticamente sin aristas, sin contradicciones, excepto las de las contingencias electorales. Creo que es la razón por la que, en Chile, se ha optado por la memoria selectiva.
Pienso que la persistencia de este consenso blanducho nos hace extremadamente frágiles, porque cuando se actúa por la vía de la memoria selectiva se corre el peligro de mirar hacia atrás y concluir que fuimos todos igualmente responsables de nuestra tragedia.

- Pero si la memoria selectiva parece dar buenos resultados para una paz civil que se prolonga, ¿cuáles serían las razones para ir a buscar más lejos?

- (...) Culturalmente la memoria aporta un marco sólido para la acción presente, una plataforma de lanzamiento para la creación de las generaciones venideras, una referencia segura para preservar la identidad. Al mismo tiempo, la memoria es un deber moral frente a los que han caído defendiendo sus ideales.
Más aún si lo han hecho por una patria que ellos querían distinta y mejor. Y me parece ser la condición para superar el miedo original de este período marcado por las verdades a medias.

”El debate puede ocultar el fondo”

- Pasando al territorio más específico de la cultura, se discute en este momento en Chile el tema de la institucionalidad cultural. En el centro del debate, el papel del Estado en tanto articulador de un aparato que coordine toda la actividad cultural. Como observador "exterior" y a partir de su experiencia en el Ministerio de la Cultura francés, ¿qué enfoque tiene de este problema?

- Tengo la información del debate parlamentario realizado en noviembre del 96. Al parecer la idea de constituir un Consejo Nacional de Cultura es la que predomina. Pero el debate en torno a la estructura necesaria (ministerio o consejo) puede ocultar el fondo del problema. No se avanza mucho afirmando que el Estado no puede asumir integralmente la acción cultural del país, y que es preciso asociar a la empresa privada y al sector corporativo. En todo el mundo occidental es así desde que se abandonó definitivamente el modelo estatal de sociedad. La particularidad es que, en Chile, los que piensan que son los mecanismos del mercado los autorreguladores de la acción cultural, hacen coro junto a los que sienten la necesidad de liberarse del Estado autoritario propio de la dictadura militar. Así, la libertad de expresión y el ejercicio de la cultura democrática tendrían que hacerse fuera de los marcos del Estado.

-El problema es la definición de roles. ¿Cuál es el rol del Estado frente al de la empresa privada y de las corporaciones en el terreno de la cultura chilena?

- Una parte de la respuesta a este problema la podemos encontrar si nos preguntamos el por qué se discute este tema hoy dia. Entre múltiples factores, me parece que en primer lugar hay una gran demanda de los medios culturales, de las empresas, de los ciudadanos, para que la cultura, en tanto factor de autorreconocimiento del país, asuma un papel importante en el próximo período. En segundo lugar, hay en la actualidad una multiplicidad de organismos culturales, dependientes de distintos ministerios, que impide la visibilidad de la acción cultural pública. En tercer lugar, la desconcentración y la descentralización administrativa hacen que la multiplicación de los centros de decisión pública, que desarrollan y desarrollarán aún más las políticas culturales locales, busquen una articulación funcional más moderna. En cuarto lugar, si el mercado impone la obligación de rentabilidad, ¿a quién recurre cuando se trate de emprender acciones naturales de rentabilidad imprevisible...?