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Iremos a Chile cuando nos inviten
FuentePeriódico: LA NACIÓN Fecha25 Febrero 1994 PaísChile


Edición transcrita/traducida

Quilapayún recibirá distinción de la OEA el 2 de marzo en Washington

Con un álbum editado en 1992 y otro en proyecto para fines de año, el actual Quilapayún curte una fusión de músicas latinoamericanas mientras sigue tocando en vivo canciones como “Plegaria para un labrador” o “Vamos mujer”.

A cantar temas de su último álbum, Latitudes (1992), pero también hitos históricos como Plegaria para un labrador, La muralla o La batea llegarán los Quilapayún a Washington el 2 de marzo próximo, para recibir el Certificado de Comendador en el grado de más alto honor, la distinción que les ha dado el Consejo Interamericano de Música, CIDEM, junto con la OEA.

-Sabemos que es un premio que se ha otorgado muy pocas veces, y estamos muy felices -dice desde París Rodolfo Parada, de Quilapayún, por larga distancia-. Es fruto de mucha gente que ya no canta con nosotros, y de muchos que han influido en nuestra música. Estamos viviendo el premio con mucha sencillez, recordando los viajes a los centros mineros de Chile donde comenzamos a conocer el continente americano en el fondo de un pirquén en Lota. América es fruto de las manos rudas de los pueblos, y esa gente estará con nosotros el día del premio.

Especie de grupo fantasma para Chile tras su última visita en 1989, Quilapayún hoy está radicado en París, sale de gira por Europa durante todo el año y lleva a bordo a Parada, Hernán Gómez, Patricio Castillo (fundadores los tres), además de Hugo Lagos, Guillermo García, Patricio Wang y Daniel Valladares. Y un vistazo al programa de Washington pone al día sobre su actual sonido: tocarán desde Vamos mujer, de la Cantata Santa María de Iquique, hasta la fusión de ritmos latinos de su último álbum, con Eleanor Rigby y un rondó de Bach entre medio.

- Tenemos un repertorio de 40 a 45 canciones, que varía según lo académico o popular de los recitales. Y aún tocamos La batea o Plegaria para un labrador, fieles a los arreglos originales, porque son canciones simbólicas, que están más allá de sí mismas- explica Parada, aunque igual Quilapayún tiene harta música archivada-. Hay cosas que ya no tocamos, Qué dirá el Santo Padre, La hierba de los caminos, El tururururú, canciones que han perdido actualidad estética, como La zamba del riego, por ejemplo. Así como hay mucha gente que ha pasado por Quilapayún y se ha ido por otros horizontes, nosotros estamos también en constantes proyectos nuevos.

Para fines de 1994 Parada espera mostrar el nuevo álbum del grupo.

- Siempre nos interesará mostrar nuestra identidad americana en la música, que es el modo del artista de pertenecer a una tierra. Seguimos abiertos a todo lo que pasa, a la evolución de la música popular que en Francia está siguiendo el doble camino de la chanson tradicional y de las influencias africanas, y en la cual también hay un espacio para la música latinoamericana.

Y de los pocos artistas chilenos que aún siguen en el destierro, junto a Angel Parra y Los Jaivas, Quilapayún sigue a la espera del momento para venir.

- Nos gustaría mucho volver a cantar a Chile, y lo hemos propuesto a instituciones chilenas, pero nunca hemos tenido respuestas. Iremos cuando nos inviten a cantar -explica Parada-. Mucha gente nos pregunta sobre cuándo volveremos, pero nos hemos dado cuenta de que en Chile nadie nos proponía nada, ni en el terreno personal ni en el artístico. Yo creo que estamos en el corazón del pueblo chileno, como el pueblo chileno está en el nuestro, pero ha habido que esperar para el reencuentro. Yo creo que Chile ha pasado un tiempo muy enojado con su historia y su memoria, y muy alejado de su cultura, todas secuelas del período dictatorial, pero eso no puede prolongarse, porque no es sano que un país reniegue de su historia y su pasado.