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La recuperación de la identidad cultural
FuenteRevista: ANÁLISIS Fecha22 Abril 1991 PaísChile


Edición transcrita/traducida

MUNICIPALIDAD DE SANTIAGO

El Departamento de Cultura de la Corporación santiaguina no quiere «distribuir cultura» sino salir al encuentro de las preocupaciones culturales propias de la gente.

De la cultura como responsabilidad pública no se preocupan en Chile sólo los ministerios. Las bases de la política cultural posible del Estado chileno (ver ANÁLISIS Nº378) tendrán que tener en cuenta la práctica que, en este terreno, desarrollan otras instituciones, algunas de las cuales, como la Municipalidad de Santiago, tienen bastante que decir sobre el particular.

La actividad cultural más visible de la Municipalidad de Santiago es la que lleva a cabo su Departamento de Cultura, cuyo director es Guillermo Oddó.

Oddó es, en su origen, Ingeniero Químico, profesión que apenas ha ejercido, y que, desde luego, da por definitivamente abandonada. Tuvo contactos con la labor artística desde que era estudiante en la otrora denominada Universidad Técnica del Estado. Allí fundó, junto a Pedro Yáñez, Hernán Gómez y otros pioneros, la primera Peña Musical que existió en Chile. En algún momento actuó en ella el conjunto Quilapayún (que entonces justificaba plenamente su nombre. porque sus integrantes eran sólo tres, como ordena el vocablo mapuche). Y Oddó recibió la propuesta de unirse al grupo, Eso fue en 1967, y desde ese momento, durante veinte años, su historia se confunde con la del popular elenco musical.

Con el Quilapayún vivió la experiencia de la «Nueva Canción Chilena», los breves años de la Unidad Popular y el largo periplo del exilio. Volvió en 1987, pero no directamente a Chile. Durante todo un año trabajó en Argentina, en la Dirección de Cultura de la Municipalidad de La Plata. Allí retomó una experiencia: la del trabajo cultural en las condiciones del subdesarrollo. Sostiene que esa labor es la que le ha permitido encarar con mayor claridad los objetivos del Departamento que dirige.

-Háblenos de esos objetivos.

-Previamente quiero precisar que la Municipalidad de Santiago tiene, en verdad, varias estructuras que se ocupan de la cultura. Por una parte, está la Corporación Cultural, que es la que maneja el Teatro Municipal. Es un ente de derecho privado subvencionado por la Municipalidad, en virtud de lo cual el Alcalde ejerce la presidencia. Hay en seguida una Secretaría Ejecutiva, radicada en la Casa Colorada, cuya principal preocupación son los programas culturales dirigidos a las escuelas municipalizadas. Esta Secretaría depende del Área de Desarrollo Social de la Municipalidad, a la cual pertenece también el Departamento que dirijo. Menciono también, porque es importante, la llamada Comisión Asesora, que tiene un carácter consultivo.

-¿Y cuáles son las políticas que ustedes han elaborado?

-Yo me cuido de hablar de «política cultural», porque ésa e una preocupación del Gobierno prefiero utilizar la idea de «conducta cultural». Ahora bien, ésta se define, en lo esencial, por el desarrollo de provectos cultura les populares, en los cuales nuestra preocupación fundamental es devolver a la gente el papel protagónico, ayudarla a configurar o recuperar los elementos de identidad tanto nacional como local. Porque es un error pensar que los entes públicos pueden dar cultura» o «distribuir cultura», ya que la cultura existe en cada uno de los integrantes de la comunidad, es un patrimonio propio de la gente, de cada una de las personas que circulan por b calle, y nuestra preocupación es encontrar las fórmulas que permitan sistematizar esa cultura. lograr su desarrollo, enriquecerla y favorecer y canalizar su expresión permanente. Por eso, nuestro caballo de batalla hasta ahora ha sido la creación de los centros culturales de barrio», cuya concepción central es la de la «cultura participativa», es decir, la participación protagónica de la gente, de modo tal que la Municipalidad juegue un papel en la gestión de una idea, pero que ojalá rápidamente la gente tome entre sus manos el desarrollo de ella y nosotros no seamos a la larga sino un mero apoyo o una referencia.

-¿Puede darnos algunos ejemplos concretos?

-Sí. puedo citar lo que hacemos en el campo de las bibliotecas populares. Vamos a un barrio donde la Junta de Vecinos nos ha pedido ayuda para crear una: los ayudamos en la realización de una velada cultural aportando la infraestructura material: desde el local, en algunos casos, hasta las instalaciones materiales: escena-rio, parlantes, iluminación, etcétera, más los artistas desde luego. De los propios interesados surge la idea de que se establezca que el derecho a asistir al espectáculo se pague llevando un libro de regalo. Se juntan así más de trescientos libros que permiten echar las bases de la biblioteca. Aclaro que la idea no fue nuestra. Y se trata de una buena ocurrencia, porque en este mismo momento tenemos las solicitudes para formar 22 bibliotecas en otros tantos barrios de la capital.

-Fuera de esto, ¿en qué otros dominios desarrolla su trabajo el Departamento que dirige?

-La verdad es que en todos, aunque suene muy ambicioso. Porque lo que buscamos es la reacción de la gente a través de pequeños eventos, que pueden ser musicales, teatrales, plásticos. cine en las calles, espectáculos de títeres, juegos, etcétera. Todo esto, enmarcado dentro de la política general de la Municipalidad de revalorizar los espacios públicos y recuperar la identidad de ciertos barrios.

«Es cierto que hay algunas manifestaciones que son más notorias que otras. Es el caso del teatro y de la canción popular, y la razón es que se trata de las formas artísticas que mejor resistieron el acoso durante los años de dictadura, se desarrollaron de todas maneras y lograron sobrevivir con raíces y perfiles propios. Pero, insisto, no es sólo la actividad artística la que nos interesa; mencioné lo de los juegos, porque es algo que efectivamente nos preocupa: en los barrios existen los clubes de rayuela o de brisca, y nosotros aparecemos allí donde se realizan campeonatos y la gente se junta».

-Eso es, entonces, lo que define la «conducta cultural» que la Municipalidad de Santiago ha puesto en práctica. Son formas de una «política cultural» y en este sentido quiero preguntarle si ustedes son partidarios de este proyecto recurrente que es la creación del Ministerio de Cultura.

-Bueno, yo creo que el Presidente Aylwin fue claro en su campaña al decir que no habrá Ministerio de Cultura durante este gobierno de transición. Pero que veía con buenos ojos la creación de un Consejo o Instituto Cultural donde estén representadas todas las entidades. públicas y privadas, que tengan algo que ver con la cultura.

«El asunto es encontrar la fórmula que permita. sin caer en el exceso burocrático, mantener un cierto control, tener una idea global de lo que se hace en cada campo, disponer de elementos de seguimiento de esa labor, estimular a la gente que está creando. Sistematizar la acción cultural, hallar mecanismos de centralización; todo eso me parece necesario».

-¿Centralizar, pero respetando algún grado de descentralización?

-Eso es, exactamente. Que el hecho de juntaros no lesione lo que cada uno de nosotros es capaz de hacer por sí solo: no malgastar esfuerzos y recursos en una misma acción que tiene distintas cabezas. Hay aspectos en que se impone que todos caminemos juntos. pero hay aspectos que son privativos de cada cual.

«Efectivamente, me parece necesaria una instancia de coordinación de los esfuerzos y de los recursos, que no son infinitos».

Carlos Orellana