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Musicians in Exile
FuentePeriódico: THE VARSITY Fecha10 Septiembre 1990 PaísEEUU


Edición transcrita/traducida

Musicians In Exile combina maravillosas grabaciones de conciertos en vivo con entrevistas y montajes fotográficos para explorar las vidas de músicos que han huido de sus países de origen. El enfoque de Holender está en su música, llenando la mayor parte de su película con presentaciones en vivo grabadas profesionalmente en sonido Dolby de 24 pistas.

Si eres fan del Afro-Jazz y el Pop, el Jazz o la música sudamericana, esto te interesará: Hugh Masekela hace una versión de “Stimela” (Tren de Carbón) que te romperá el corazón. La música fue grabada en locaciones como clubes y salas de ensayo en París, Londres y Nueva York.

Holender, quien estudió bellas artes en Ciudad del Cabo, es especialmente exitoso al evocar la terrible realidad de la opresión política en Sudáfrica. Las entrevistas con Masekela en Nueva York y con Julian Bahula, Dudu Pukwana y Jonas Gwanga (quien compuso la banda sonora de Cry Freedom) en Londres, relatan cómo estos hombres se vieron obligados a dejar a sus familias y amigos para continuar su vida como artistas. Estas entrevistas están intercaladas con impactantes imágenes en blanco y negro de centros de detención, prisiones y barrios marginales sudafricanos.

Musicians in Exile también incluye al grupo chileno Quilapayún (que literalmente significa "Los tres barbudos", aunque hoy en día son siete integrantes), quienes no pudieron regresar a Chile tras un golpe militar en 1973, mientras estaban de gira. El exdirector artístico del grupo fue una de las miles de personas asesinadas o desaparecidas en ese período. Holender proyecta en pantalla el testimonio de una víctima de tortura para ilustrar lo que pudieron haber vivido los familiares y amigos del grupo. Sin embargo, va demasiado lejos al superponer gritos de mujer (del tipo usado en discos de efectos de sonido), lo que acentúa aún más el ya espeluznante relato.

Junto a esto, Paquito D’Rivera toca un saxo impresionante y Daniel Ponce participa con varias bandas latinoamericanas. Ambos, músicos cubanos, cuentan cómo huyeron de la falta de libertad artística en Cuba y llegaron a Nueva York.
Holender podría haber dedicado más tiempo a discutir los problemas políticos en los países sudamericanos sin sobrecargar la película. Aun así, los segmentos musicales en vivo son excelentes, y las historias que los músicos cuentan la hacen aún más conmovedora.

Jeff Ellis