Quilapayún Header Quilapayún - Sitio oficial
Quilapayún: Survarío
FuenteRevista: PAROLES ET MUSIQUE FechaEnero 1988 PaísFrancia


Edición transcrita/traducida

(Klan 231 / Sonodisc)

Los Quilapayún viven en el exilio en Francia desde hace más de catorce años. El equivalente, en nuestro país, a dos mandatos presidenciales. Pero en Chile no hay elecciones ni democracia que valgan: solo la dictadura de Pinochet tiene voz en el asunto. Actualmente, la mayoría de los nueve miembros del grupo ha adoptado la nacionalidad francesa, se ha casado con francesas y tiene hijos franceses. Sin embargo, su música permanece indisolublemente ligada a Chile, y todo lo que el grupo hace se refiere a él y está destinado en primer lugar a ese país.

Su último álbum (el 19º o 20º en menos de veinte años), Survarío, no escapa a esta regla, aunque resulta universal al dirigirse al corazón humano mediante la celebración de la mujer, del niño y de las bellezas de la naturaleza. Lejos de encajar en la imagen terriblemente reductora de “grupo comprometido” que muchos medios de radio y televisión aún conservan de ellos, Quilapayún siempre ha mostrado una gran diversidad expresiva, reivindicando —sin jamás renegar de sus raíces— la búsqueda de nuevos lenguajes. En verdad, es imposible encasillarlos en un solo género, y eso es una suerte.

Survarío destaca especialmente por el apego del grupo a la gran tradición poética en lengua española, con textos luminosos de García Lorca (El niño mudo), de Rafael Alberti (Los destacagados), del cubano Nicolás Guillén (Palma sola), así como de Eduardo Carrasco, el propio director artístico de Quilapayún (La mano, Las mujeres de Buenos Aires, Amar es mar...). Pero Survarío también expresa fidelidad a un ideal de fraternidad, una mano abierta y solidaria tendida más allá de continentes y rejas hacia Nelson Mandela (con un texto de Desiderio Arenas), y la memoria de una América con mil contrastes: Chanson d’Amérique, una magnífica postal sonora de Jaime Silva y Luis Advis, que concluye con una nota de esperanza: «Soy América naciente / derramando claridad / y en mi pecho tengo escrita / la palabra libertad.»

Como de costumbre, las músicas —de combinaciones melódicas y ricas orquestaciones (guitarras, flautas, charangos, cuatros...)— están compuestas por Eduardo Carrasco, Hugo Lagos y sobre todo Patricio Wang, quien se integró al grupo a principios de los años 80 y supo inyectarle nueva sangre. Esta formidable condensación de creación, esta suma de talentos raros, no sería nada sin las prodigiosas capacidades vocales de Quilapayún. La plenitud de este canto polifónico, sea alegre o triste, sereno o rebelde, es para quien sepa prestar oído un instante de felicidad asegurado.

F.H.