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El legado de Quilapayún
FuenteRevista: ANÁLISIS Fecha18 Enero 1988 PaísChile


Edición transcrita/traducida

DESDE EL DESTIERRO:

Después de catorce años de exilio, tienen duelo “en el alma y en las venas”. Pero, necesitan regresar al “terruño amado”.

“Todos los días estamos listos para ir mañana a Chile. Las maletas, el instrumental, el canto preparados? Allí estaremos apenas termine el destierro, para interpretar lo viejo y; dar a conocer lo nuevo. Lo hemos conversado y craneado tantas veces"' dicen los integrantes del conjunto chileno residente en París, Quilapayún.

¿Cuántos de ustedes pueden retornar?

“La mitad, individualmente. Prohibidos como conjunto”.

Es el preámbulo de una conversación con el Quilapayún, aquí en Quito, durante su reciente gira por Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Argentina y Uruguay.

Veintidós años. de vida artística. Veinticuatro discos larga duración. París, lugar de residencia y centro de operaciones desde septiembre de 1973. Con una discografía que supera el centenar de títulos en unos cuarenta países. Innumerables presentaciones en los escenarios y salas más importantes del globo como expresión de arte y manifestación legítima de un pueblo sojuzgado. Esto, junto a actrices y actores famosos como Jane Fonda, Juliette Greco, John Voight, Gian María Volonté, Jean Louis Trintignant y Jean Louis Barrault, entre otros. Con este último, grabaron la Cantata Santa María de Iquique. Y más de alguna vez contaron con Leonard Bernstein y Mikis Theodorakis en la conducción musical.

-Hablemos de lo nuevo, de lo desconocido que entregarán cuando vuelvan. ¿Cuál es la diferencia entre aquel Quilapayún y el de hoy?

-Primero fuimos tres barbudos según el vocablo araucano, obedeciendo a un símbolo, a un afán de cambio social que se generaba en el continente en la década de los sesenta, respondiendo a la situación imperante, caracterizada por unas cuantas dictaduras. Y que coincidía con el proceso de rescate de una musica propia del clora. Justamente, nacíamos, inmersos en una confrontación política, identificados con la causa popular. Luego, nos sorprendió una segunda eta-par específicamente al comienzo del destierro debimos responder ante el mundo por la solidaridad brindada al "Chile caído. Fue el encuentro cotidiano con los pueblos europeos. A los dos o tres años esta solidaridad se fue desplazando hacia otras naciones y otras gentes que sufrían el mismo descalabro que nosotros habíamos tenido. A tal punto que. nos integramos a estas nuevas cruzadas solidarias. En seguida, entramos en este nuevo período, en el que estamos embarcados. El de empezar a funcionar fundamental y estrictamente como expresión artística, la robustecernos perentoriamente en este sentido.

-¿Cómo se produjo eso?

-Después de un examen retrospectivo a fondo; estructuramos un programa de renovación. Vinieron los experimentos. Retomamos un ritmo perdido, la continuidad de trabajo. Duro bregar. Había que soldar un período de casi total tregua en lo creativo. Dimos impulso a un proyecto diferente para mantenernos en la superficie. Había que mostrar algo novedoso. Afloraron poesía- y nota nuestras. Inyectamos universalidad en los temas, cambios radicales en forma y contenido. Sin quiebres ni contraposición con el pasado. No hay oposición del Quilapayún de hoy con el de ayer. Nunca hemos sido una idea fija. Hay canciones que quedaron en la historia o se perdieron. Hay otras que siguen haciendo historia y se proyectarán. Maduramos evolucionamos, positiva compensación del exilio, aceptando derrotas y triunfos. El canto se nutre de creatividad como todas las artes y nosotros formamos parte de la fauna específica. El concepto nos tocó con su vara. más fuerte que nunca, como ha tocado a Ángel Parra, a Isabel, a Manns, a los Inti, a todos. Y nos ha estimulado a endilgar por ese rubro, consciente-mente. De casi rígidos interpretes pasamos a ser cantautores, sin dejar de considerar en nuestra discografía a Neruda el más cantado por el grupo; los versos de Alberti, García Lorca, Guillén, Fernando Alegría, Arenas, Manns, en fin”.

-¿Esta evolución, la profundización en los textos y la libertad metafórica y de composición no se ha traducido en una despolitización de Quilapayún?

-No. Antes potenciamos un período de lucha política con el arte. El arte en sí es lucha constante, vocacional, posee valor propio y su meta indiscutible es, de todos modos, la liberación, de origen a objetivo. Para nosotros, evolucionar. artísticamente no representa despolitizarnos. La creación es un recurso, es una, fuerza constructiva. Somos artistas revolucionarios y realizamos arte como aporte efectivo a la liberación, a la humanización del hombre. Lo que planteamos hoy difiere en la fórmula con lo de antes, pero es fiel a la primigenia idea de nuestro origen: por el desarrollo de una cultura nacional, latinoamericana, bolivariana, libre, sin trabas, con los pueblos, sin propósitos elitistas. Destinada singularmente a encontrar un acercamiento o a eliminar vallas entre la música popular y la culta.

”De casi rígidos intérpretes, pasamos a ser cantautores”, dicen los integrantes del conjunto musical chileno. “Afloraron poesía y nota nuestra”.

Oscar Vásquez Salazar