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La libertad inspira la música y el canto de los Quilapayún
FuentePeriódico: FORTÍN MAPOCHO Fecha16 Octubre 1988 PaísChile


Edición transcrita/traducida

Una nota que es un recuento de su historia artística y política

"Estamos en la lucha contra la dictadura desde el mismo 11 de septiembre de 1973. Nuestro arte, nuestra canción, esta música que brota de nosotros, nuestra voz, todo está contra el régimen militar; no hay renuncia en nuestros anhelos de justicia. ¿Qué le quiero decir yo, que le podemos cantar nosotros a Pinochet?: ¡Qué se vaya! ¿Cómo? Nosotros con nuestra creación y nuestra posición ideológica y todos, el pueblo, todos, con la unidad, con esta unidad que ya se ha estado mostrando, con esa unidad del plebiscito que fue una contundente muestra de convergencia contra la dictadura. Considero que desde el día 5 de octubre hacia acá hay otra historia, el resultado del plebiscito cambió la situación de Chile, comienza otra historia de Chile".

Así entramos en diálogo con Eduardo Carrasco Picard, un hombre que hace 25 años o más_aspiraba a ser profesor de filosofía, pero que de súbito, como tocado por una vara mágica, se vio envuelto en la maravillosa maraña y experiencia del arte musical del canto y la composición popular, de la cual nunca más pudo deshacerse. En este diálogo, Carrasco habla por cuenta personal y, al mismo tiempo, como vocero del mundialmente conocido conjunto chileno Quilapayún.

La conversación es en la casa de Isabel Parra, otra de las celebérrimas exiliadas criollas regresadas del destierro y que ahora, claro que puertas de la patria adentro, vive el proceso del desexilio. Es allí, en un patio, al toque ambiental bucólico de la comuna La Reina, donde la legendaria Violeta tuviera su carpa con poesía y voces que luego eligió como dramático escenario para irradiar su canto inespacial, intemporal, eterno.

PARA "ENCHUFARNOS"

El Quilapayún nació hace, 23 años, meses más, meses menos.

"Fuimos tres barbudos, según reza el vocablo mapuche, obedeciendo a un afán de cambio, línea en que continuamos artísticamente, ideológicamente. Era un propósito de cambio político que se generaba en el continente por la década de los sesenta, como una respuesta a la situación prevalecientemente ruda si se quiere.

"Esta meta de cambio también implicaba el rescate de una creación musical propia, de darle vigor a un arte autóctono y auténtico. Y aquí entramos a tallar nosotros”.

La existencia quilapayunesca se ha prolongado contra viento y marea hasta esta época.

Y dentro de su variada trayectoria, la producción ha sido prolifera. Veinticinco larga duración tiene Quilapayún. Ha editado aquí y en la quebrá el ají más de un disco anual. Pero muy precisamente uno por cada año de destierro.

"Son unos trescientos títulos. Quince long play afuera. Así derrotábamos el exilio. Crear, trabajar cantar, tocar, componer, recrear, poetizar, adaptar una terapia, autoterapia para no morir, para vivir. Y aquí estamos, casi al final de la pesadilla, ya volvemos a ser dueños de nuestra tierra".

Y este exilio significo, además, un intenso trajín, un constante rodar y rodar por el planeta. Ellos llegaron con sus discos al mundo, a todos los continentes (a Chile, con grabaciones clandestas), pero también en vivo en directo. Incontables presentaciones en innumerables escenarios. Como carta de Chile, como mensaje de la tierra de Neruda, de la Mistral, de Allende, como canto de un pueblo so juzgado. Y en este fragor cotidiano tuvieron a su vera a actrices de la talla de la Jane Fonda y Juliete Grecco y a actores de la estatura de John Voight, Jean Louis Trintingnant, Gian María Volonté y Jean Luis Barrault, entre otros, en los parlamentos de la Cantata Santa María. Y con el último, la grabaron en francés para el mercado europeo. Y no está demás recordar que más de alguna vez cantaron frente a ellos con el vaivén de las batutas de Leonard Berstein y Mikis Theodorakis.

EL DESEXILIO

Retornemos a este momento del Quilapayún. A este momento que vive tanto chileno que recién regreso, para usufructuar del legítimo derecho a su tierra, a su Chile. El levantamiento del exilio los pilló desprevenidos. Los Quila gozaban de vacaciones.

Carrasco, por ejemplo, estaba con la guatita al sol en Túnez. Ni soñaba que el candidato hoy derrotado iba a borrar de sus libelos el destierro. Como dice, los pillaron en pelotas. Hubieran querido venirse en el instante de saber la nueva, pero hubo que tramitar y reactualizar documentación. Reunir algún biIlete, reprogramar actuaciones en Europa, apremiados por la feliz contingencia. Hasta que por fin el regreso. A cumplir con el llamado de la patria.

"Estábamos viviendo el período del desexilio. Es una etapa muy difícil. No se trata sólo de un retorno físico del grupo. Es un retorno complejo. Somos nueve individualidades con familias, con situaciones personales, ajenas a la cosa artística. Por ejemplo, cuatro de los nuestros se casaron allá. Y en los contratos matrimoniales no figuraba el exilio ni el desexilio, ni que la esposa francesa o europea debía volver con el marido, que los hijos nacidos allá debían venirse a Chile. Y también hay hijos chilenos que se fueron pequeños y que, prácticamente, no son chilenos, se integraron a otra idiosincrasia, hablan otro idioma. Es decir, hay terribles ataduras.

Y más allá de estas consideraciones cabe otra vital. La del trabajo individual, fuera del conjunto. Y habrá que examinar el capítulo especificamente artístico. Fíjate que durante el destierro vivimos del ejercicio artístico Por eso ahora tendremos que preguntamos si podrá vivir aquí, profesionalmente hablando, el Quilapayún. ¿Podrá? Para empezar, estamos prohibidos en la televisión. No podríamos ocupar un espacio que legalmente nos tendría que corresponder en los espacios televisivos. Aquí, los Quincheros son los amos y señores, ellos tienen la sartén por el mango. El régimen sigue con el poder y su poder se manifiesta en todos lados, en los escenarios profesionales, en la televisión, en las grabadoras. Ese aspecto habrá que verlo minuciosamente.

VIVENCIAS

-¿Alguna definición sobre las vivencias de estos días?

-Ha sido una vorágine de emociones. Mis compañeros la vivieron muy poco y deben. haber volado a París aún con ganas de experimentar este gran suceso de tocar de nuevo a plenitud la tierra propia, de mirar su geografía humana después de quince años. En lo personal estoy saboreando esto del reencuentro con parientes, de viejas realidades, el reencuentro con la ciudad, con el paisaje verde y florido, el cuadro vivo del mar, de la cordillera. El retorno es redescubrir Chile. Cuando uno está lejos, la memoria se torna difusa. Entonces por eso es que te agarra esta magia, esta maravilla de tener que empezar a reconstruir la memoria, hacer el memorial ganándole terreno al olvido, volver al bar aquél al barrio, a esa calle, vivir esta primavera con este sol limpio, con este cielo azul de azul de todos los días. Y estar provistos de una vieja amistad y recuperar algún afecto que había quedado guardado. Y cuando actúas, ver a toda esa gente, a toda esa multitud, al país que no es de otro país, que es del tuyo, del nuestro. Ahí está la multiplicación del corazón de la gente.

DEL AYER AL HOY

¿Cuál es la diferencia entre aquel Quilapayún de antes del golpe y el de hoy?

-Han pasado quince años. Aquí quince de dictadura que se han hecho sentir en los chilenos de toda la diáspora del destierro... Y hoy la política ha tomado un giro diferente en Chile y en el mundo. Vemos en profundidad que la democracia es una necesidad esencial para el arte, para la cultura. Y entonces el artista consecuente con el arte no puede descuidar un proceso democrático ¿Y cómo debe actuar? Defendiendo, precisamente, la autonomía del arte, rechazando la instrumentalización venga de donde venga, defendiendo la libertad de expresión sin ningún tipo de limitaciones; la libertad artística es un hecho absoluto, no es un hecho relativo; el artista debe defender y reafirmar la libertad del arte; debe responder a cada momento que vive, no se puede ni debe apartar de la realidad en que se encuentra ni la realidad que lo afecta.

-¿Han puesto ustedes en práctica este principio?

-Sí. Luego de examinar nuestra trayectoria. Pertenecimos a un movimiento político, nos sumergimos en él, lo defendimos por la causa popular. Vino el quiebre constitucional, la debacle del destierro, el tiempo de responder a la solidaridad internacional tributada a nuestro pueblo. Y en seguida, gradualmente, comenzó a generarse este período que se ha venido magnificando. Esto de la búsqueda de una nueva expresión artística, luego de someter el trabajo y la creación realizados a un proceso de autocrítica a fondo. Nosotros no le tememos a la auto-crítica. Hay aciertos de esos tiempos y los mantenemos. Y los sumamos a la tarea de concretar un proyecto acorde con este tiempo. Nos hemos apropiado autocríticamente del pasado y lo que hicimos de valor lo proyectamos hoy

-¿Qué por ejemplo?

-La canción La Muralla de 1968, sigue siendo válida; la cantata del 70 de Advis sigue siendo válida; El pueblo unido del 73 también, entre otros trabajos.

-¿Cuál es la médula de este cambio?

-La autocrítica se concretó en una continuidad de trabajo, salvamos una continuidad de trabajo, surgió lo novedoso. Afloraron poesía y nota propias, introdujimos universalidad en los temas, cambiamos la forma y el contenido. Dejamos de ser intérpretes solamente, y ello, de ninguna manera, significa descarte de grandes poetas en nuestras ediciones.

-¿Qué piensas de la perestroika?

-Es un poco lo que pensamos nosotros con relación a la cultura, el desarrollo de la cultura en cuanto a reformas. Constituye una expresión positiva del mundo socialista.

-¿Cuál es la ubicación política del Quilapayún en es te momento?

-Nos enmarcamos en una idea nueva que ha surgido en el campo político chileno. En este instante, estamos vIviendo una revalorización de la democracia. Estamos con el partido Por la Democracia. Estamos con la renovación del socialismo. Este planteamiento significa, creemos, una renovación en el campo teórico de la cultura aplicable en el terreno mismo desde nuestro propio proyecto creativo y artístico destinado a concretar un puente, un acercamiento entre la música culta y la música popular. A hacer realidad una herencia nuestra para nuestro pueblo.

"Seguiremos en la misma onda que hemos proyectado con las cantatas de Sergio Ortega, Gustavo Becerra y Luis Advis, sin dejar de lado la tarea de todos los días…

En el contrapunto con Fortín, bajo una espectacular canícula: "Vinimos a cumplir una tarea política en el plebiscito…”

Entre los recuerdos…

”El día que cantamos ‘clandestas’ con los catalanes contra Franco y Pinochet”

-¿Recuerdos impactantes durante este destierro?

-Mira, son muchos... Pero uno permanente, imborrable de la memoria, ocurrió en España en 1974, aún con Franco en el poder.

"Las instituciones catalanas nos habían organizado un concierto clandesta en el estadio del Barcelona -palau blau grana-. Estábamos prohibidos, dentro del "plan regulador" de las manifestaciones contra el dictador. Y de por sí, también prohibida cualquier propaganda subversiva o de subversivos. Y sobre todo en Cataluña donde la rabia era más latente contra el sistema"

"El asunto es que aún no las paro cómo se las arreglaron para que nosotros entráramos al país el mismo día de nuestra presentación. Es posible que hayan tenido gente adentro del cuerpo policial... La verdad es que no sé. Ahora pienso que hasta nuestro ingreso pudo ser clandestino, pero revestido de toda normalidad. Y tampoco teníamos idea de cómo iba a llegar la gente al escenario... y la verdad es que no estábamos muy optimistas que digamos..

-¿Y no hubo vigilancia en el estadio?

-Estaba rodeado de policías -recuerda Carrasco- con metralleta en mano. Y adentro, en medio de un público silencioso, que se hacía el de las chacras, otro buen número también con armas en mano. Y de repente nos plantamos en el escenario frente a una multitud que llenaba el escenario, donde no cabía un alfiler. Había unas 30 mil personas. Los uniformados no podían hacerle frente a tanta gente, amén de que creo que realmente se estaban haciendo los suecos... Ese día tuvimos que hacer dos recitales seguidos, el segundo para las otras treinta mil personas que habían quedado afuera, sin entrada en nuestra primera presentación...

"En los dos casos terminamos gritando y cantando con los asistentes"

Patricio Wang Tapia es el benjamín de los Quilapayún. En una conversación con Fortín, dijo que ha hecho música incidental para varios documentales en Holanda, entre muchas orquestaciones

Comenzaron tres, han sido catorce incluyendo a Víctor Jara

El más lolo es Wang, “capo” en todos los instrumentos

Catorce han sido los integrantes del Quilapayún a lo largo de sus 23 años de vida. Julio Numhauser, Julio Carrasco, Patricio Castillo y Joaquín Escudero se separaron del grupo por diversas causas. Y Víctor Jara, el hombre que les enseñó la disciplina y la perseverancia en sus primeros años, porque de su asesinato en el estadio Chile pasó a la universalidad permanente. Los que están en la pelea son nueve: Eduardo Carrasco, su director artístico, Carlos Quezada, Rodolfo Parada, Guillermo García, Hugo Lagos, Patricio Wang, Hernán Gómez, Ricardo Venegas y Guillermo Oddó.

El más joven de ellos es Patricio Wang Tapia, de 34 años, quien comenzó a hacer musicalizaciones para el conjunto en 1973, para incorporarse definitivamente en 1978.

Nieto de chinos inmigrantes de Antofagasta, hijo de padre abogado, fue estudiante de música de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile y al mismo tiempo fundador del Barroco Andino junto a su actual conductor Jaime Soto, talentosa agrupación donde también formó Renato Freyggan, hoy en el Inti Illimani.

"En 1973 debí interrumpir mis estudios por razones obvias aquí, en mi propio país. Emigré a Holanda por la misma fecha. Me incorporé al Instituto de Artes Musicales de La Haya y aquí estoy, con mi carrera terminada, ejerciéndola de muchas maneras, ganándome la vida con ella", contó a Fortín.

-¿Qué instrumento domina?

-Casi todos, pero mi título es en guitarra.

Wang desenvuelve su vida particular sin problemas en Amsterdam, ciudad al otro lado del mapa donde un roto chileno llamado Manuel Plaza conquistó el segundo lugar de la maratón en las Olimpiadas de 1928.

Eduardo Carrasco, director del Quila, se quedó en Santiago para preparar una gira del grupo por todo Chile que combinarán con un programa para toda Latinoamérica en noviembre. En sus proyectos también figuran una película, un libro y un disco con el sello Alerce. Es huésped de Isabel Parra, con quien aparece en la foto

Oscar Vásquez Salazar