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Hablan de su vuelco político
FuentePeriódico: LA SEGUNDA Fecha6 Julio 1984 PaísChile


Edición transcrita/traducida

Entrevistamos en Francia a los “Quilapayún” para hablar de su vuelco político

De tarde en tarde vuelve a tenerse noticias de ellos. De ese grupo musical de seis chilenos que “revolucionaron” la música en nuestro país hace una década y que pusieron su arte al servicio de la… revolución política. Las nuevas generaciones aquí casi no los conocen. Y sólo los cuarentones recuerdan de vez en cuando ese “mira la batea, como se menea”, muestra ingeniosa, pero contundente de su canción “comprometida”.

En Francia, hoy, esos mismos Quilapayún son famosos.

Cantan en el teatro Olympia de París y cosechan comentarios como los que raramente los franceses - tan nacionalistas - prodigan a los extranjeros.

Pero hace algunos días esos mismos diarios incluyeron en sus columnas una información de que los Quilapayún que tocaba también lo extraartístico. “Ya no son más comunistas” decía la información, a propósito del estreno de una nueva obra del conjunto, titulada “Galileo”. La cantata, que ellos definen como un alegato contra todos los fanatismos, es, al parecer, la muestra de un vuelco importante en lo artístico y en lo político.

Y este vuelco fue el tema del que el director del Quilapayún, Eduardo Carrasco, habló largo con “La Segunda” en París. Sin eludir, de paso, cuestiones como el militantismo comunista, el leninismo, el exilio y la decisión de la Corte de Apelaciones de negarles el retorno a Chile.

- La prensa francesa ha comentado en forma elogiosa su nuevo espectáculo. Para el diario “Le Figaró”, Quilapayún es la belleza de un rito. Y el “France Soir” proclamó: Quilapayún extraño y Salvaje. ¿Cómo interpretan ustedes estas reacciones?

- Sobre todo, creo que es la nueva actitud hacia nuestra renovación artística. Nuestro espectáculo se acerca ahora más al teatro. Los textos de nuestras canciones son más poéticos. Hemos abandonado ese lado un poco contingente, agitativo, que tenía nuestra música. Hemos entrado en una música más profunda, más poética, más elaborada. Nos interesa vivir con el público una experiencia poética. Pero no abandonamos la causa chilena por la democracia, ni las causas que son importantes para nosotros como artistas. Por ejemplo, la cantata de Galileo Galilei es un poco un alegato contra todos los fanatismos y sobre todo, una defensa del prestigio y el valor de la cultura.

- ¿Es un alegato contra los fanatismos de derecha y también de izquierda?

- Estamos contra todos los fanatismos, porque en el fondo la intolerancia no es una cosa estrictamente política, sino que es una lacra humana que viene arrastrándose desde siempre. Las mejores ideas e ideales se contagian con esta enfermedad y sufren descalabros terribles, precisamente porque no se reconoce la razón del adversario. Como hombres que luchamos por la democracia, creemos que sólo el diálogo es lo que permite la vida en libertad y en paz. No se puede cantar en un mundo dividido, donde cada uno busca su punto de vista y agita sus banderas sin entender que al frente hay otros que también tienen sus razones.

¿Por qué dejaron de ser comunistas?

- Se dice en París que algunos miembros del Quilapayún han dejado de ser militantes del Partido Comunista. ¿Podría explicar esta evolución?

- Creo que la cuestión política dentro del grupo es estrictamente personal y compete a cada uno de los integrantes como individuo El grupo nunca ha pertenecido a ningún partido. La cultura se dirige a todos los hombres, sin camiseta. Ahora, evidentemente, ha habido evoluciones. Se ha atravesado por períodos en que ha habido más o menos homogeneidad dentro del grupo. Actualmente hay una homogeneidad desde el punto de vista interno, de los objetivos, de lo que significa el Quilapayún, pero no todos piensan lo mismo ni todos pertenecen al mismo partido.

- ¿Esta evolución está relacionada con la visión que se tiene en Europa sobre la URSS y los países socialistas, que es mucho más cruda que la que puede haber en América latina?

- Es probable, no en el terreno político, donde cada cual desarrolla su pensamiento a su manera y dentro de sus posibilidades. Nosotros vivimos en Europa desde hace 11 años. Hemos sido testigos no solamente de las críticas que se hacen a la Unión Soviética, sino que yo diría que desde Europa se ve mucho mejor el mundo. Se tiene una visión más próxima al mundo. En América latina todavía estamos un poco encerrados en nosotros mismos y no tenemos una visión universal. Estamos recién teniéndola, a medida que vamos adquiriendo conciencia de nosotros mismos y de lo que somos en el mundo. Evidentemente, nos ha tocado todo lo que ha significado el estalinismo en la URSS y en los otros países donde también se ha dado, así como todos los extremos - por ejemplo la Revolución Cultural China - en que ha caído el movimiento comunista y socialista frente a la cultura y a la creación.

”Hemos desarrollado la revolución y las estrellas”

“Nosotros tenemos que defender con mucha fuerza e independencia la especificidad de nuestro quehacer, que es la cultura y el arte. Hemos desarrollado la idea de la “revolución y las estrellas”. Hemos pensado que la revolución no es, como se ha entendido hasta ahora, solamente una reivindicación material, solamente un cambio estructural para modificar relaciones de producción, relaciones económicas entre los hombres, para arreglar en la sociedad los problemas del estómago. Pensamos que el hombre es mucho más que el estómago. Mucho más que necesidades materiales. El hombre, incluso viviendo en la miseria, tiene la cabeza poblada de sueños, de fantasía, está abierto al universo. Todas estas cosas han sido mal comprendidas por los que quieren cambiar este mundo. Se ha llegado a una concepción muy estrecha del cambio social. Hemos inventado esta idea de la revolución y las estrellas porque creemos que a las revoluciones les han faltado estas estrellas, los fines más lejanos. Les ha faltado considerar al hombre como un ser total, con necesidades y hambres que son espirituales, que vienen del más allá, no en un sentido estrictamente religioso sino simplemente de lo desconocido. Esa relación con lo que todavía “no hay” es fundamental para el hombre. El hombre salta a cosmos sin necesidad de tener la seguridad de que va a alcanzar las estrellas. Se lanzan cohetes aunque se sabe que es muy difícil que el hombre pueda salir del sistema solar, pero eso no impide que salte. Lo hermosos es el intento de salir. De la misma manera, al cambiar el mundo, hay que tener en cuenta el afán total del hombre”.

”Romper la revolución monotemática”

“Hay que arreglar esta idea de las revoluciones grises, en conflicto con el arte, en conflicto con la cultura. Hay que romper esta idea inventar las revoluciones humanistas, que recojan la tradición de la creatividad del arte. Las revoluciones son monotemáticas. Se encierran en una doctrina específica, como si eso fuera la verdad definitiva y no hacen estallar la verdad. Las verdades que tenemos debemos lanzarlas al suelo, para que se rompan y estallen en mil verdades, como un cristal que se rompe. No hay que guardar esta copa de cristal en una especia de caja de fondo, que nadie la toque. Nosotros estamos contra eso. Revoluciones con estrellas, eso es lo que buscamos nosotros”.

”Ninguna dictadura es diferente”

- En el marco de este alegato en favor de la libertad, de la creatividad, del pluralismo, ¿qué les parece a ustedes el hecho de que muchos artistas critiquen tanto a los gobiernos autoritarios como los que se ven en América latina, y en cambio, se preocupen tan poco de dictaduras como la de la URSS?

- Desde el punto de vista del arte, que es un punto de vista, ninguna dictadura es diferente. Donde haya censura, donde haya dirigismo, donde haya falta de respeto a la pluralidad, desde el punto de vista del arte es lo mismo, no cambia nada. Es por eso que se trata de revisar estas cosas. La revolución no puede seguir el camino de la anti-cultura. Tiene que asumir la cultura de una manera profunda. Si no se asume, es la barbarie y esto se da en los planos nacionales como universales generales. Lamentablemente, las revoluciones, con la idea de revolución cultural un poco estrecha, que más bien es anti-cultura, han liquidado la posibilidad de unir el cambio social con una revolución humanista. La revolución no sirve para nada si no es capaz de provocar un renacimiento cultural y oprime a los artistas. Y cuando se dice “ahora tenemos problemas con los artistas, mañana los arreglaremos cuando todos comamos bien” es un razonamiento falso porque, en el fondo, el problema que se tiene con la cultura es un problema con la definición misma de lo que se quiere. Es la utopía la que está mal, la que no funciona. Hay que cambiar entonces la utopía. Por eso pensamos que la revolución debe ser cultural, no en el sentido de la revolución China sino que, al contrario, debe asumir el arte burgués para proyectarlo hacia adelante y no rechazarlo.

”No sólo de pan”

-Pero, ¿no cree que este problema viene de la concepción leninista de que todo debe estar puesto al servicio de la revolución, como la prensa, los artistas, todo lo que significa creatividad?

- Sí, probablemente viene de ahí, o tal vez de otra parte. Lo importante no es darle un nombre. El leninismo es difícil de definir. Hay muchas interpretaciones posibles. Lo importante es detectar que esto viene de una concepción de “instrumentalización” del arte y de otras fuentes de la ciencia. Es cierto, estoy de acuerdo, esto viene de una concepción instrumentalista de la cultura. Hay que terminar con ella. Pero viene también de una falla en la utopía, que no es utopía cultural sino que es utopía estomacal solamente. Cuando la utopía es estomacal, falla. Y no solamente falla la utopía cultural sino que también falla la estomacal, porque el hombre no vive sólo de pan.

¿Volver?

- ¿Tienen en sus planes volver a Chile?

- Nosotros estábamos fuera de Chile antes del año 73. Nunca se nos ha explicado por qué se nos prohibe la entrada. E incluso la posibilidad de ir como simples personas a pasar las vacaciones. La última noticia que hemos tenido es que la Corte de Apelaciones de Santiago rechazó el recurso de amparo que se había interpuesto a favor nuestro. No entendemos cómo la justicia en Chile puede llegar a este extremo de fanatismo y de politización, porque una decisión de este tipo no tiene nada que ver con el derecho. Es una decisión política contra nosotros, que somos opositores para esos miembros de la Corte de Apelaciones. Todo sigue politizado. Esta concepción instrumentalista de la que hablábamos, en Chile funciona perfectamente. Por eso creo que hay que plantear las cosas en términos más generales. El problema no es sólo el leninismo. Es el fanatismo general. La locura general que empuja las cosas a los extremos y erige lo político en juez absoluto de todo. La justicia es instrumentalizada por fines políticos. Pinochet, que no tiene nada que ver con el leninismo, hace justamente eso. Para un lado y para otro ocurre lo mismo. Todo se instrumentaliza. Todo se politiza al extremo para cumplir fines que no tienen nada que ver con los fines patrióticos positivos del pueblo de Chile. Esperamos volver alguna vez a Chile. Volver a cantar. Sinceramente, con el tiempo que va pasando, ya no sé si alguna vez podremos volver a establecernos en Chile. Probablamente, si pasan otros años, será difícil pensar que vamos a volver. Nuestros hijos se van a casar y va a hacer muy difícil desarraigarse de este otro mundo que también ha comenzado a ser nuestro. No es nuestra patria, pero también hemos echado raíces aquí. Quisiéramos volver a Chile, cantar, recuperar el diálogo con nuestro pueblo.

Raúl Zamora