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Con los Quilapayún en Mendoza
FuenteRevista: PLUMA Y PINCEL FechaEnero 1984 PaísChile


Edición transcrita/traducida

El viernes 2 de diciembre pasado el grupo musical chileno Quilapayún ofreció un recital en la ciudad de Mendoza. El grupo había actuado dos días antes en Buenos Aires con un éxito rotundo en todos los aspectos. Sin embargo, esto no impidió que el Quilapayún viajara a una ciudad distante para cantar con menos recursos técnicos y en una plaza mucho más modesta.

La verdad es que para ellos cantar en Mendoza fue una forma efectiva de burlar el exilio y las prohibiciones y estar junto a sus seguidores chilenos.

Sin duda fue un esfuerzo grande el de los miles de chilenos que viajaron a la Argentina para ver al grupo. Pero fue bien recompensado. Aunque la noche del concierto fallaron los equipos de sonido sin que se encontraran respuestas claras, la actuación del Quila fue una experiencia fuerte. Con un público alucinado que quería oírlo todo, lo nuevo y lo viejo, y con un Quila que también quería cantarlo todo. Y que lo hizo.

La aparición en el escenario de la delegación de las "Madres de Mayo" -agrupación de madres de detenidos-desaparecidos- no fue inesperada y el saludo que rindieron a los integrantes del grupo le agregó aún más fuerza al espectáculo.

Para el grupo fue importante estar ahí. Por una parte el reencuentro con sus padres y hermanos - que viven en Santiago - y con viejos amigos, algunos más antiguos que el mismo grupo Y por otro lado, la alegría de cantar para un público compuesto casi exclusivamente por chilenos, que los recibió y aplaudió con un cariño que quizás ni ellos mismos esperaban.

Pluma y Pincel conversó con ellos largamente. Les habíamos entrevistado cuando actuaron en el "Luna Park' de Buenos Aires en 1976; en agosto del año pasado (N° 8) volvimos a publicar una extensa entrevista. En esta ocasión nos limitamos a reproducir extractos de palabras de ellos mismos. La experiencia de enfrentarlos fue muy fuerte.

Culturalmente no hay diferencia entre estar dentro o fuera del país. Nuestra música es arte hecho fuera de Chile pero por chilenos tan chilenos, o más, como los que se encuentran fuera de Chile. Esto está demostrado a través de la historia del exilio; Rafael Alberti, por ejemplo, estuvo exiliado en Roma y nunca dejó de hacer poesía española. Los que quieren establecer diferencias entre los que permanecen en Chile y los que están exiliados le hacen el juego a la dictadura. Nosotros, al igual que muchos exiliados, andamos con nuestras rai-ces en la maleta, llevamos a Chile con nosotros. Somos chilenos por lo que hacemos y por nuestra lucha”.

"Estamos en la pelea del arte y de la poesía desde la primera canción que cantamos -"El pueblo", de Angel Parra- y vamos a estar la última”.

"No podemos afirmar que seamos universales gracias al exilio. Ya en el año 73 teníamos 25 discos en 25 países y podemos decir que el tiempo corre a favor nuestro. En diez años hemos crecido. Si pudiéramos entrar a Chile ahora, la acogida del pueblo sería gigantesca porque el mito se acrecienta con el exilio; quizás el mito no corresponda a la realidad, pero lo que ahora importa es la fuerza de ese mito. Nuestro capital de simbolismo se agiganta, porque además, la gente sabe que seguimos en la pelea y los pueblos no aceptan que sus riquezas queden en otros lados, las recuperan, Y lo que nosotros hacemos en el exilio, el pueblo lo va a recuperar”.

"En el 70 no se entendió la necesidad de hacer música política. Era irresponsabilidad no hacer música política. Esa música fue parte de una lucha y realmente hubo logros artísticos como el trabajo de Víctor o "La Cantata'* Sabemos que en Chile se ha hecho una reflexión de la canción chilena sin tomar en cuenta al Quilapayún, esto es por cuestiones políticas o simplemente, por miedo. El verdadero problema es que en vez de buscar la síntesis se busca la división. Muchos quieren ocupar el espacio que dejó el Quilapayún, con su ausencia, de un día para otro. Quieren nacer sin tener padre ni madre”.

"Creemos que, en el campo de la canción popular, hay una evolución unitaria entre el arte del exilio y el arte que se hace dentro de Chile, y quizás afuera tengamos mayor conciencia de lo que es chileno, porque se tiene una mayor perspectiva. Muchas de las nuevas formas de la canción que se están dando actualmente en Chile no tomaron en cuenta lo que se hacía en el exilio. Se tendió a considerar la nueva canción chilena como algo interrumpido en 1973. Para mucha gente, el Quila quedó en "La batea", entonces redescubrieron la nueva canción chilena que el Quilapayún descubrió en 1965”.

"Porque esto de la no valoración no justa, también es duro. Recién ahora se habla de Patricio Mans, que era el compositor más importante de Chile ya en los años 60. Y es por esa ceguera que produjo el golpe que surge gente que quiere descubrir la pólvora partiendo de cero”.

"Queremos que nuestro trabajo actual llegue a Chile. Hay que combatir todo lo que separe a Chile o que pretenda mostrar a los exiliados como ajenos al país. Nosotros luchamos por la síntesis, por la unidad. Lo que se ha hecho afuera responde a lo que se ha hecho adentro, porque la gente que está en Chile ha seguido con vínculos profundos con los que no pueden regresar; se ha mantenido una comunicación y se da una misma lucha”.

Juan Edo. Espinosa