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El grupo chileno Quilapayún: ¡El negro de la esperanza!
FuentePeriódico: DESCONOCIDO FechaMayo 1984 PaísFrancia


Edición transcrita/traducida

Cumbre musical en la sala polivalente de Saint-Étienne
Siete hombres vestidos de negro, sobre el escenario de la sala polivalente de Saint-Étienne. El negro, color de la muerte, se ha convertido en unos instantes, la noche del miércoles, en símbolo de luz, claridad y esperanza. Atuendo de rigor, sobrio: pantalón, polo, poncho negro... cabello y barba negros...

Luces de ultratumba… El grupo chileno, exiliado en Francia desde hace una decena de años, Quilapayún, cantantes-músicos de múltiples facetas, mantiene constantemente a su audiencia sobre ascuas... Una austeridad salvaje y extraña, tanto en la música como en las voces que claman, en forma de canciones, mimos, sketches, por la independencia, la justicia, la paz, sumiendo a la sala en una especie de recogimiento casi religioso. No se ha venido para relajarse, sino para vivir con estos siete músicos que, como por encanto, por magia, voluntariamente, provocan incomodidad. Si el oyente no comprende, escucha, asimila y traduce. Esa bruma se disipa, y de pronto brota una luminosa fantasía: “¡La revolución, la muerte... y las estrellas!” Es el combate de la sonrisa por la verdad, la justicia y la paz.

Si están lejos de nosotros por el idioma, están cerca por su espontaneidad, su verdad, por su estilo extraído del folclore sudamericano, pero reelaborado y remodelado, celebrando un verdadero rito, una invocación acompañada de zampoñas, sikus, charangos, antaras, una voz cálida y áspera, un soplo de vida... donde el lirismo no está ausente.
Jugueteando con la vida, Quilapayún sabe tocarlo todo y todos son solistas, cualidad que enriquece el espectáculo, en el cual el humor coquetea con el surrealismo, a veces mordaz, clavado en el corazón, en el alma… Pero como clave, siempre esta palabra, esta aclamación: ¡la esperanza!

¡Tierra de exilio, tierra de esperanza! Bravo al grupo de Amnistía Internacional que logró una velada excepcional, colmada de amor, alegría, amistad y esperanza. Un mismo ideal, una misma causa por una misma verdad.

Todo un ritual con Quilapayún

Michel LECLERC