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Quilapayún: En la revolución y las estrellas
FuenteRevista: ANÁLISIS Fecha9 Octubre 1984 PaísChile


Edición transcrita/traducida


- Como lo pudo apreciar ANALISIS en Buenos Aires, en el escenario demuestran en grupo lo logrado en estos once años de exilio que les han significado enormes éxitos en los mejores teatros y TV europeos.

- Acaban de ser elegidos como uno de los diez mejores que actúan en París... Bajo el escenario, habla para la prensa sólo uno. El director de siempre del conjunto. El poeta y compositor Eduardo Carrasco, que ha elegido salir de escena para dedicarse a dirigir y crear.

Once de septiembre en Buenos Aires. El Quilapayún entra al escenario del teatro Coliseo. Con sus ponchos negros, sus barbas, tan masculinos ellos, tan serios, con algunas caras nuevas y jóvenes en el grupo, dedican el recital al Presidente Allende. Un público desbordante agita banderas chilenas y grita consignas en los acentos más diversos. Luego el silencio. Y estallan las voces del Quilapayún.

Luces de colores, humo, coreo-grafías. Un Quilapayún que actúa y maneja el movimiento escénico, que ha sofisticado su estilo y su presentación. Letras "especiales": "el amor es un orgasmo entre dos lágrimas”, “¡es el colmo que no dejen entrar a la Chabela!”, "mi combate es luz y fuego en la vendimia de la revolución y las estrellas" y un hermoso trabajo sobre Galileo y el movimiento del mundo, además de las viejas canciones.

-¿Por qué todas estas luces, el humo, la escenografía sofisticada?

-Es la idea de asumir de manera profunda nuestro rol de artistas de la escena. El Quilapayún es un grupo de músicos pero es más que eso: nos interesa vivir una experiencia con la gente que nos viene a ver. que signifique salir de la cotidianeidad, entrar en este otro mundo del arte, del espectáculo, de la escena. El arte nuestro es visual también; es auditivo pero a la vez es teatral, está la poesía y la palabra. Hay muchas cosas en nuestro trabajo que no se entienden si no se ven.

-Pero eso crea el problema de la relación con Chile. Chile no puede verlos.

- Ese es el aspecto terrible de la época que estamos viviendo. Eso es Pinochet. El problema de la cultura dividida de Chile que hay que recuperar. Nosotros no podemos quedarnos llorando, tratamos de seguir con nuestro asunto, asumimos eso y tratamos de seguir cantando y empujando para adelante.

-¿Significa que intentan hacer una versión cultural de Latinoamérica desde Europa?

-Eso parecería una acusación, como que estamos falseando Latinoamérica, europeizando lo que tendría una cierta fuerza original. Creemos que las raíces uno las lleva consigo. Nosotros hacemos música chilena aunque cantemos en francés, en el Olympia de París y nos aplaudan japoneses. Estamos haciendo cultura chilena. Simplemente quiere decir que los chilenos pueden expresarse de otras maneras, un poco insólitas, que son las maneras del exilio, impuestas por una situación un poco neurótica, un poco esquizofrénica, pero que hay que asumir no más.

“Por supuesto, no somos impermeables a los once años de distancia y hay influencias probablemente. Pero somos unos chilenos que hacemos arte de chilenos.

"Y tratamos de hacer cosas nuevas, interesantes, porque la repetición y los mitos son el fantasma que carga siempre un artista. Y es desagradable cantar ciento cincuenta y ocho veces "La Carta' o ‘La Batea’ ¡Cantar mil veces 'La Muralla' es una tortura!"

-¿Cuáles son sus motivaciones centrales en este trabajo?

-A nosotros lo que nos interesa mucho es Chile, hacer una música que sea chilena aunque nos disparemos para todos lados. Esa es una urgencia a la que tratamos de responder. Nos preguntamos en cada canción qué puede ser entretenido y hermoso, qué está viviendo el pueblo, qué hacemos para ir construyendo en la historia de Chile. Hay denuncia de la Dictadura, hay esperanza, hay revolución... revolución ahora con estrellas, pero revolución, que es otra motivación muy importante.

-¿Qué es esto de la revolución en las estrellas?

-Pensamos que la revolución no puede tener sentido sin ellas: las estrellas. La revolución tiene que ser cultural y la cultura tiene que ser revolucionaria ¿ya? Y la revolución cultural es la que tiene como objetivo la cultura, que se hace para can-tar, no para satisfacer puramente
necesidades materiales.

-Eso parece ser una proposición para Europa, tal vez, pero no para un pueblo que lucha por reivindicaciones mucho más concretas y urgentes…

-Es para Europa, claro, para todo el mundo, para todas partes. Es para Chile, para Trasandina, para América. La idea brota de una autocrítica que lamentablemente no ha hecho toda la gente en Chile, toda la gente que se reclamaba de la revolución, y que debieran hacerla. A pesar de la experiencia del Golpe Militar y de toda la catástrofe, en Chile hay gente que no aprendió nada, absolutamente nada, que sigue manteniendo las mismas ideas restringidas de la revolución que todos teníamos hasta el año 73. Otros decidieron, después del desastre, que había que nacer de nuevo por generación espontánea y negaron a padres, madres, abuelos y tíos. Esos dos extremos son la esquizofrenia más espantosa que vive la izquierda Chilena.

"Creemos que en las utopías por las que luchamos hasta el 73 había cosas válidas y profundas por las que se movilizó nuestro pueblo. Pero la idea de la revolución se entendió mucho en un sentido economicista, puramente material, como si los problemas del hombre se terminaran en medicina social, un buen sueldo y una casa. Todas esas cosas son muy Y el hombre vive de pan, pero de todo esto otro también”. nobles, pero nos parece que en la revolución debe haber una respuesta más profunda. Tenemos que luchar por metas más lejanas, que no. pueden ser otras que soñar, que fantasear, que cantar, que la poesía, que aquello de que vive el hombre.

-¿Y dónde están las estrellas en este cuento?

-Pensamos que se debe buscar la respuesta a lo humano. Por último, cultivar lo enigmático: mejor que cultivar las respuestas es cultivar las preguntas. Eso es lo que nosotros llamamos estrellas: estas metas más lejanas, estos sueños. Eso es lo que tratamos de hacer en nuestro espectáculo, el humito y las lucecitas son porque queremos realmente que la gente sueñe, o sea que rompa con la realidad y aprenda que todo puede cambiar, que podemos ir para otro lado, que las cosas pueden ser de otra manera. En el fondo, lo que han pensado siempre todos los revolucionarios.

-¿Cómo influye esta autocrítica en sus militancias políticas?

-Nosotros militamos en esta cosa, en primer lugar. Si tiene algún sentido militar políticamente es para construir una vida que valga la pena, es para esto. Si no, es como si todo se terminara al botar a Pinochet... ¿y para qué vamos a botar a Pinochet? Bueno, para hacer todas estas cosas que decimos. Nosotros queremos que no se pierdan de vista los "fines finales" y que salgamos de este inmediatismo que es una enfermedad de los chilenos. El fin no es la revolución... es un medio.

-¿Cuál sería el fin?

-La poesía, cantar, vivir la vida, vivir de otra manera. Uno realmente vive del amor, de la relación con la cultura, del lenguaje, de tus vínculos con los otros. El trabajo y todas esas cosas, que son muy hermosas , también, son para poder vivir.

"Y no es que nos hayamos olvidado del activismo callejero, de las Protestas, de todo ese despliegue de valentía de nuestro pueblo que está movilizado contra la Dictadura. Todo lo contrario, queremos mostrar para qué es eso, en su perspectiva más profunda.

"Para ser francos, lo que a nosotros verdaderamente nos interesa hoy día es lo que está por hacerse, la canción que viene, eso nos tiene preocupados. Porque lo que estamos haciendo ya está hecho. El problema es qué hacer ahora, cómo seguir en este baile"

-¿Cómo seguir?

Escuchando atentamente unos ciertos chispazos que vienen de nuestra vida. No se puede progre-mar mucho lo que se va a hacer. Y además nosotros tenemos un "demonio" , un demonio que nos arregla las cosas, que nos organiza nuestras trayectorias, que nos sacó de Chile el 21 de agosto de 1973 y nos puso en Francia, que hace muy bien las cosas. Este demonio tiene un nombre pero no podemos decirlo porque trae mala suerte, es un secreto, pero ahí está.

-Por último ¿qué les gustaría decir a los chilenos?

-Los Quilapayún quisiéramos decirle a la gente en Chile, en especial a quienes se llaman de la revolución, que hagan volar un poco la imaginación, que la fantasía es más importante, que no tenemos por qué contentarnos con sueños pequeñitos, con sueños enanitos. No es ni contrarrevolucionario, ni aliado del imperialismo, ni renegado, ni ninguna de estas cosas, el que se echa verdaderamente a volar hacia una utopía más profunda y más loca. Si no conciliamos la revolución con la locura, si queremos revoluciones cuerdas y muy cuadraditas, ahí sí estás traicionando la revolución.

Pamela Jiles