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Quilapayún
FuenteRevista: AL FRENTE Fecha5 Octubre 1984 PaísUruguay


Edición transcrita/traducida

En el ocaso de su vida, la dictadura mostró su lealtad hacia la tiranía chilena: impidió hasta el final el ingreso al Uruguay al "Quilapayún"

Pasando por sobre el interés y cariño de nuestro pueblo, el "gobierno de facto" desconoció igualmente la legislación internacional. En efecto, la mayor parte de los componentes del ''Quila disponen de "título de viaje" otorgado por las Naciones Unidas, debido a que la dictadura de Pinochet ha prohibido que se les otorguen pasaportes normales.

Estos luchadores chilenos, armados con sus voces y guitarras, han debido vivir en el exilio, con documentación de la ONU, porque Pinochet les niega la entrada a Chile. Y ahora al Uruguay.

Cuando ya Argentina se sacudió el régimen de terror y Brasil se encamina a profundizar la apertura democrática, nuestro país busca recuperar el tiempo de la libertad por la fuerza que da ser la mayoría. En esta tapa de aislamiento político allatante de la dictadura, ésta muestra su naturaleza esencial solidarizando con el régimen sangriento de Pinochet; que se mantiene en el poder a sangre y fuego.

La voz de los que luchan contra el crimen, a través de múltiples medios, atraviesa las fronteras y llega de uno u otro modo hasta el perceptivo oído de todos los pueblos. Y. por supuesto, del nuestro, que ha aprendido a sentir en escuelas similares a todos los pueblos que han lucha do por reconquistar su libertad.

A través de Quilapayún iba a llegar al Uruguay una concreción de ca capacidad de romper el silencio que tiene cl pueblo chileno. No sólo Pablo Neruda, Víctor fara o Violera Parra iban a estar de nuevo presentes en Montevideo: También iban a estar los obreros del salitre masacrados en Santa María de Iquique cuando el siglo era muy joven. Los desaparecidos, los torturados, los "pobladores", los desocupados, los trabajadores del campo y la ciudad, los artífices de la cultura. Los más y los mejores protagonizan las canciones de Quilapayún. Y a todos ellos la dictadura les cerró la puerta de nuestro país.

En el negro balance de la larga noche que ha vivido nuestro pueblo, este postrer acto de obsecuencia hacia una sangrienta tiranía quedará inscrito con letras indelebles y desde ya surge la propuesta popular que tratará de contrarrestarlo. Quilapayún ha de estar en nuestra patria cuando esta vuelva a ser completamente nuestra. Cuan do la justicia, la libertad y la democracia se hagan asunto. cotidiano e irreversible.

Así como nuestro pueblo ha ido conquistando el derecho de hablar en alta voz, a recorrer las calles que son nuestras, a abrazar a los que la prisión o la distancia alejó por años y años, conquistaremos el derecho a tener los amigos que queramos e invitarlos a casa no sólo sin limitaciones, sino con la hospitalidad que se merecen. Pinochet, por supuesto no estará entre ellos. Y se quedará sin la posibilidad de corresponder la visita de quien detenta el poder de facto en nuestra República.

Es una deuda que tenemos con un pueblo hermano que trata de romper cadenas similares a las nuestras. Por ello, es en definitiva, una deuda para con nuestra propia gente.

A la solidaridad oscura de los regímenes antipopulares, el pueblo opondrá la ancha solidaridad de todos los pueblos de la tierra y ninguno de sus embajadores verá cerrarse las puertas de nuestra patria.

Quilapayún cantará "El pueblo unido jamás será vencido" ante miles de nosotros, así como el pueblo chileno no ha dejado nunca de cantarlo ni en los más negro del terror.