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Queremos reconocer nuestros errores y a partir de ellos construir lo nuevo
FuenteRevista: PLUMA Y PINCEL FechaAgosto 1983 PaísChile


Edición transcrita/traducida

P.: El mundo se divide en dos categorías de personas: los sobrevivientes y los otros. ¿A cuál de ellas pertenecen ustedes?

R.: A la primera: primero, porque somos cantantes, es decir, artistas; segundo, porque somos cantantes que cantan, es decir, tenemos que cantar y por qué cantar y, tercero, porque cantamos el canto de todos que es nuestro propio canto, es decir, el canto más enraizado en Chile, con más pasado y con más futuro.

P.: ¿Y en qué tiempo verbal se conjuga el canto de ustedes?

R.: En el presente. Nuestro canto no se ha detenido en ningún momento y, muy por el contrario de lo que algunos pudieron imaginarse hace algunos años, su fuerza se ha extendido por el mundo mucho más de lo que nosotros pudimos algún día soñar. Hablando solamente en términos de "carrera artística'. hemos recorrido los cinco continentes, nuestros discos están editados en 30 países, hemos cantado en las salas más importantes del mundo (Carnegie Hall, Kennedy Center, Olympia, Theatre de la Ville, Bobino de París, Albert Hall, de Londres, Basílica de Mazencio, en Roma, Arenas, de Verona, Konzert Huset, de Estocolmo, etc.) y a nuestro canto se han asociado figuras del arte mundial tales como: Jean Louis Barrault, con quien hemos hecho un disco (Canta-ta Santa María de Iquique en francés); Jane Fonda y John Voigt, con quienes hemos hecho conciertos; Gian Maria Volonte, Mikis Theodorakis, Leonard Bernstein, Pete Seeghers, Jean Louis Trintignant, Julio Cortázar, etc. Pero al margen de estos "éxitos', el logro más importante de estos ocho años de trabajo en el extranjero es el haberle dado a la canción chilena un lugar de importancia en el ambiente artístico mundial, realización cuyo mérito no es sólo nuestro sino de todos los artistas de la canción que se encuentran hoy día en el exilio. Esto ha posibilitado salvar nuestra canción de la amenaza de destrucción y crear una continuidad indispensable para el futuro de nuestro canto popular.

P.: El concepto de continuidad, ¿no implica el estar en lo mismo desde hace 8 años?

R.: Sí y no. Estamos en lo mismo en el sentido que las mismas raíces que hicieron nacer nuestro canto son las que lo nutren hoy día. Pero esto mismo significa que para ser fieles a estos orígenes, hemos estado siempre y seguiremos estando en constante renovación. Algunos chilenos que nos han visto y escuchado después de tantos años, tienen dificultades para reconocer en el Quilapayún de hoy día la imagen que ellos traen del pasado. Pero, en el fondo, a pesar de los profundos cambios en forma y contenido que han experimentado nuestras canciones, seguimos siendo los mismos de siempre.

Los nostálgicos del pasado deben aprender que, para un artista, la renovación es una necesidad vital. El canto vive de la creatividad y se muere cuando la voz enmudece y se pierden los caminos de expresión. Nosotros estamos vivos y cantando (que no es lo mismo que coleando), y nuestra renovación es fidelidad a la misión que nos hemos asignado.

P.: ¿Se supone que ustedes tienen algún tipo de misión mesiánica que cumplir?

R.: Mesiánica no, pero patriótica sí, en cuanto la experiencia ha demostrado que nuestro pueblo y su camino histórico no son indiferentes al canto popular. Como todos los demás artistas de la Nueva Canción Chilena y de la nueva Nueva Canción Chilena, que es la canción que nuestro pueblo aún no conoce y que existe desde hace tiempo en el extranjero, nos sentimos depositarios del legado que nos dejaran Víctor y Violeta. ¿Por qué nuestro canto tiene tanta fuerza en el extranjero? Seguramente porque en él se escucha algo que nosotros no decimos, pero que viene desde muy lejos, desde un océano de distancia, desde los ríos de luz que brotan del corazón de Chile.

P.: De lo que se deduce que quienes asisten a sus conciertos y compran sus discos, ¿lo hacen por solidaridad?

R.: Eso fue así durante los dos o tres primeros años inmediatamente después del pronunciamiento militar, pero hace mucho tiempo que esta situación ha cambiado. Tal vez esta situación debería ser un hecho para lamentarse y lo es desde un cierto punto de vista, pero hoy día, la canción chilena se ha abierto paso por sus propios méritos artísticos, por la fuerza de su poesía y de su música y esto sí es un hecho para alegrarse. Gracias a ese inmenso movimiento que nos sostuvo durante los primeros años, pudimos aprender a caminar por nuestros propios medios como lo hacemos hoy día. Introducirse en un medio cultural de muy altas exigencias artísticas habría sido muy difícil sin esa primera ayuda.

P.: Hay veces en que el bosque nos hace perder de vista el árbol. El introducirse al medio del show business, ¿no hace perder de vista objetivos más importantes?

R.: Nosotros, rara vez hemos tenido que ver con el show business y, más bien, a contrapelo. Felizmente, en Europa existen circuitos intermedios que son los que a nosotros más nos interesan. En Europa existe la carrera del show business y la carrera "de prestigio, es decir, la que han seguido los artistas populares verdaderamente grandes (Jacques Brel, Leo Ferré, Juliette Greco, etc.). Es ésta la que hemos escogido nosotros.

P.: ¿Qué signos hay de que realmente van por ese camino?

R.: Las cosas más importantes que hemos hecho en Francia nos señalan que nuestro reconocimiento va por ese lado. La mejor demostración de esto es el programa de televisión que hicimos en febrero de 1980, Le Grand Echiquier de Jacques Chancel, que nos consagró tres horas v media de emisión y una difusión a millones de telespectadores. Este programa, que en otras ocasiones ha sido dedicado a Maurice Béjart, a Jacques Brel, a la Comédie Francaise, a Yehudi Menuhin, contó con la colaboración de Matta, de Julio Cortázar, de Juliette Greco, de Roberto Bravo, de Isabel Parra y de otros grandes artistas y obtuvo un gran éxito de crítica.

El año pasado estuvimos un mes entero en el Bobino, music hall parisino asociado al nombre de George Brassens.

P.: ¿Y todo esto ha sido conseguido cantando La Batea?

R.: Por supuesto que no. La Batea está guardada desde hace tiempo en la maleta de los recuerdos. A la canción consignista de los primeros años de la década del 70, sucedió una canción mucho más profunda, que retomó las líneas de trabajo de los años 60, es decir, poesía y música enraizada en nuestra tradición, pero que va desarrollándose e introduciendo nuevos recursos artísticos.

P.: De los renegados será el reino de los cielos.

R.: Ni renegados ni arrepentidos. Nuestras canciones se confunden con el camino de nuestro pueblo, se coloran de rojo o de rosado (nunca, eso sí, de amarillo) según sea el color de la voz popular. No somos solamente individuos inventores y creadores absolutos de lo que poetamos y cantamos. "Soy del pueblo, pueblo soy, y adonde me lleva el pueblo, voy". Somos la cresta de la ola, no la ola misma.

P.: Por lo que están siempre corriendo el peligro de sacarse la cresta...

R.: La ola no se saca la cresta aunque se saque la cresta, porque la cresta es tan indispensable para la ola, como la ola para la cresta. Si la ola se saca la cresta, el deber de la cresta es seguir pegada a la ola, aunque la cresta misma tenga que sacarse la cresta. La ola se sacó la cresta y la cresta también pero, a pesar de todo, la ola se sigue sacando la cresta para recuperar su cresta y la cresta se sigue sacando la cresta para recuperar su ola. El futuro es cresta y ola confundidas en la inocencia de un nuevo comienzo.

P.: Lo que equivale a decir: la ola y la cresta unidas, jamás serán vencidas.

R.: Nosotros decimos hoy día: "darle al otoño un golpe de ventana para que el verano llegue hasta diciembre", que no es lo mismo, pero es igual. Nuestra tarea de artistas se ha delineado con mucha mayor precisión y comprendemos ahora, mejor que nunca, la necesidad de la poesía y de la canción en la vida de nuestro pueblo. La consigna de Neruda es marítima antes que ninguna otra cosa y su eficacia en los aspectos no directamente poéticos de su cometido viene del mar y no de las banderas.

P.: ¿Se acabaron los puños y las banderas?

R.: Se acabaron, pero seguramente volverán. La historia no se mueve según el deseo de los que la hacen; tiene sus leyes propias y, muchas veces, éstas golpean trágicamente a los pueblos. En lo épico, siempre hay quizás ilusiones, pero el ímpetu de este tipo de canciones y poemas es una necesidad que siempre encuentra la savia para rebrotar y florecer. De la gesta, queda en pie la belleza construida, como las antiguas estatuas o bellas columnas de las civilizaciones perdidas. Pero, al final, todos llegamos al umbral; nos despierta una luz negra que anuncia una alborada que no es la de las banderas en las avenidas, pero que le abre la puerta y las ventanas a una nueva poesía. El arte es siempre verdadero es la historia la que se equivoca. Nosotros somos cantantes y nunca se terminarán los motivos del canto.

P.: Las aves que habitaban el atolón de Muro-roa, perdieron el instinto migratorio como consecuencia de las radiaciones nucleares. ¿No estarán ustedes como esas aves?

R.: Todos estamos como esas aves, porque el camino de la historia es siempre de fracaso en fracaso. El triunfo final es sólo una ilusión que se nos viene a la cabeza en los momentos positivos, la borrachera del triunfo. Debemos aprender a extraer nuestras fuerzas del amor al caminar (la vida es siempre puro caminar); del placer de obtener las metas más cercanas. La meta final debemos ponerla siempre entre paréntesis y hacer como si no existiera, porque en verdad no existe.
Nadie gana ni pierde definitivamente: ésta es la sabiduría de los poetas más antiguos.

P.: Lo que ustedes hacen, ¿guarda alguna relación con el trabajo que se realiza actualmente en Chile en el plano de la canción popular?

R.: Nosotros no nos hacemos ninguna ilusión respecto del peso que pueda tener nuestro canto, hoy día, en Chile. Sabemos que la mayoría de los que un día gustaron de nuestras canciones desconocen casi por completo lo que nosotros estamos haciendo. Será muy difícil, en las condicIones actuales, poder hacernos escuchar en nuestra patria. Pero estamos convencidos de que .el restablecimiento de este diálogo no depende solamente de que nosotros alcemos nuestra voz, sino también de que nuestro pueblo aguce sus oídos. Recuperar el arte chileno realizado en todos estos años en el extranjero, es una tarea que no puede ser asumida solamente por los chilenos que estamos en el exterior, sino que por todo nuestro pueblo y es una tarea imprescindible y de primera importancia. No se trata solamente de algunas canciones de tal o cual grupo que haya que popularizar; ni de tales cuadros o tal exposición que haya que presentar en Santiago; ni de tal o cual poema que haya que editar. Se trata de una vertiente completa de la cultura chilena que está separada de su pueblo, donde se encuentran culminaciones y comienzos, flores, frutos y semillas, de las cuales Chile no puede prescindir. En algunos momentos, los artistas de la canción hemos visto con preocupación que no se considera nuestro trabajo hecho en el exterior. A veces se habla del Canto Nuevo como "sucesor' de la Nueva Canción Chilena y se piensa en ésta como en un movimiento que termina el año 73. ¿Cómo habría que llamar entonces a la producción artística de los cantantes en el exilio desde el 73 en adelante? ¿Es Canto Nuevo o Nueva Canción resucitada? Estas ligerezas son importantes cuando está en juego la unidad del movimiento cultural chileno. Nosotros creemos que esta unidad debe salvaguardarse por todos los medios.

P.: El Canto General de Neruda es el canto de un exilio. ¿Creen ustedes estar haciendo el Canto General de este nuevo exilio?

R.: El Canto General de este nuevo exilio lo estamos escribiendo todos los artistas exiliados. Chile tendrá que unir los retazos de cada uno de nosotros para construir una nueva unidad floreciente de la palabra chilena.

P.: Pero volvamos al Quilapayún. ¿Cuáles son las líneas actuales de trabajo?

R.: Desde 1965, nosotros hemos puesto todo nuestro interés en la creación y hemos transtormado el conjunto en un grupo cantautor que, en un buen porcentaje, canta lo que él mismo va creando. Como muchos otros cultores de la Nueva Canción Chilena, nuestra creatividad se caracteriza por un cierto alejamiento paulatino de las fuentes folklóricas. No quiere esto decir que despreciemos el trabajo de difusión folklórica o que no nos interese el valor de lo folklórico en sí mismo. Pero después de tantos años, hemos ido aprendiendo que nuestra tarea principal debe ser nuestra propia expresión, porque allí está lo mejor de lo que nosotros mismos podemos dar. En todo caso, en todo lo que vamos haciendo, siempre hay referencias cercanas o lejanas al folklore. En lo poético, hemos avanzado bastante hacia una mayor libertad de imágenes y nos encontramos actualmente en un proceso de apertura de la temática de nuestras canciones. Hemos hecho muchas canciones con textos de Neruda y de otros poetas como García Lorca, Nicolás Guillén, Rafael Alberti, Fernando Alegría, etc. Uno de los trabajos más importantes en la vida del conjunto ha sido el trabajo con los músicos llamados cultos y que nos ha aportado grandes experiencias, la primera de las cuales fue la Cantata Santa María, que sigue siendo un verdadero clásico de nuestro repertorio. En los últimos años se han agregado a ella: "Américas", de Gustavo Becerra y "Canto a Bolívar', de Juan Orrego Salas. Sigue siendo de principal importancia para nosotros la creación de esta música intermedia que va abriéndole paso a una tradición musical popular chilena. En nuestros conciertos, la poesía tiene un lugar muy importante y es ella, junto a la escenografía y la iluminación, lo que le da un carácter surrealista a lo que hacemos, sin que se pierda o se desvirtúe nuestro mensaje principal.

P.: ¿Por qué surrealismo?

R.: Bueno, Matta Ilama así a algo que él anda buscando en la pintura y como esto es lo mismo que nos interesa encontrar a nosotros, lo llamamos así. Tratamos de transformar nuestros conciertos en una experiencia poética vivida en común con el público, un diálogo en el cual todos empecemos a creer que la vida es posible, que nos está permitido reír, que vamos rompiendo amarras con lo cotidiano y que hasta podemos llegar a bailar si se nos ocurre. Es esta especie de alegría y amistad lo que nosotros llamamos surrealismo.

P.: ¿Y para cuándo es la vuelta a Chile?

R.: No nos hemos ido nunca de Chile. Lo que pasa es que no pisamos la tierra chilena porque no nos dejan. Pero, para este mal, hemos encontrado una solución provisoria: cuando podemos, nos construimos una tierra chilena en el exilio y cuando no podemos, dejamos de vivir con los pies en la tierra. De todas maneras, como decíamos al principio, todos los triunfos y todas las derrotas son transitorios (la lucha de clases es un deporte). Esto significa que esta gira que ha durado ocho años termina en Pudahuel.

P.: Ya no se llama así.

R.: ¿Cómo se llama?

P.: Teniente Merino Benítez.

R.: ¿Y cómo le dice la gente?

P.: Pudahuel.

A PROPOSITO DE SU LONG PLAY "LA REVOLUCION Y LAS ESTRELLAS”

P.: Después de nueve años de silencio, un cassette de Quilapayún editado por Odeón se convierte en superventa en Chile. ¿Les gusta esto?

R.: Sí.

P.: Muy interesante la respuesta; muy rica en matices. ¿A qué atribuyen este hecho?

R.: No entendemos este hecho. De hecho, esta cassete que ha hecho Odeón está hecha con antiguas canciones que nosotros habíamos hecho hace muchos años y para nosotros, a lo hecho pecho. Pero es un hecho que lo hecho también tiene una vida independiente y mucha gente en Chile sigue queriendo lo que nosotros hemos hecho. Nos gustaría mucho que este hecho sirva para que los chilenos se interesen en lo que nosotros hemos hecho en estos años de exilio pero del dicho al hecho hay mucho trecho y seguramente todavía falta un tiempo para que se produzca el gran hecho que todos esperamos y puedan encontrarse de nuevo todas las canciones con todas las orejas.

P.: ¿Qué es lo último que han hecho?

R.: "La Revolución y las Estrellas"

P.: Si, pero la revolución ha sido hecha por muchos antes que ustedes y las estrellas estaban donde mismo mucho antes de que ustedes llegaran. ¿Dónde está la novedad del asunto?

R.: La novedad del asunto no está en ninguna parte porque lo que a nosotros nos interesa es precisamente lo contrario,' es decir, lo antiguo del asunto. La revolución son todas las revoluciones, las que han sido y las que serán, las que no han sido y que no serán nunca, desde la revolución copernicana hasta la revolución francesa o la bolchevique o la cubana o la del tango o la de la moda o la científico-técnica. La revolución es la aspiración a reconstruir el mundo y a inventar nuevos mundos y a conquistar nuevos mundos. La revolución es la necesidad de ir más allá, de vivir en el más allá, de recomponer la vida del hombre y el universo, el deseo de estirar la mano hacia lo invisible para extraer de allí lo que mañana será visible. Hay que inventar nuevas revoluciones; no basta con las que tenemos que, de repente, nos van quedando chicas y estrechas como la revolución china, perdón, como un zapato chino. ¿Cómo es posible que todavía no existan duraznos con aroma de hermandad? ¿Cómo es posible que todavía no se hayan fundado repúblicas encintas de palomas o naciones con alondras en su centro? Tenemos que construir todas estas cosas y rápidamente porque el tiempo apremia. De nuestras luchas pasadas, lo único que nos ha quedado es este maravilloso impulso poético. Todo es posible de nuevo, pero todo hay que inventarlo de nuevo.

P.: Pero de las estrellas no me decís ni huevas.

R.: Precisamente, a eso iba. La utopía revolucionaria que ha prevalecido hasta ahora ha sido una eminentemente económica y social. Durante demasiado tiempo, los hombres han vivido en la ilusión de que arreglando el problema del estómago, íbamos a poder solucionar las dificultades de la vida humana fácilmente. A la cultura y al arte se las empezó a ver como epi-fenómenos o reflejos de las condiciones materiales cuya única finalidad sería entretener a la gente en las horas libres o servir de alimento para aquéllos que viven consumiendo erudición. Pero esto es un grave error: sin poesía, el hombre se queda encerrado en la jaula del presente, encadenado al ser y sin ojos para el devenir, amarrado a este mundo tal cual es hoy día en este instante, sin poder imaginarse un más allá. La cultura es un sueño constructivo, indispensable para poder vivir, que abre las puertas y las ventanas de la casa para que cada uno pueda salir a tomar el sol que le guste, a pasearse por los jardines que le plazcan y volar adonde quiera. No sólo de pan vive el hombre, y este otro pan para esta otra hambre es tan esencial para el ser humano que su urgencia no se puede postergar. Pan y circo, ese debiera ser ahora nuestro lema.

Como esta necesidad se olvida a menudo y se ha olvidado mucho y demasiado en el campo de la revolución, es que nosotros, artistas con conciencia de clase artística, hemos querido retomar esta antigua idea, que no es otra que la misma que han tomado todos los verdaderos revolucionarios en todas las épocas. No puede haber revolución en contra de las ciencias: la revolución tiene que ser científica; no puede haber revolución en contra de la cultura: la revolución tiene que ser cultural; no puede haber revolución contra el arte: la revolución tiene que ser artística. Hay que ponerle a Marx un sombrero lleno de palomas. Este apellido que nosotros queremos ponerle a la revolución para que ella no se transforme en una cosa demasiado intestinal, es las estrellas.

Las estrellas están allá lejos en el cielo, desde ellas se ve la verdadera dimensión de la Tierra y de las luchas humanas (dimensión que nunca hay que olvidar). Ellas son el punto de referencia que le sirve a los navegantes para lanzarse en alta mar. Ellas son también la meta que se ha fijado el hombre, pero que ya sabemos, nunca ha de alcanzar (no por ello se detienen los lanzamientos de cohetes hacia el cosmos). Es decir, las estrellas son lo que le ha faltado a la revolución para hacerse definitivamente creíble por todos los hombres de buena voluntad.

P.: Todo esto es muy lindo, pero me resulta sospechosamente idéntico a lo del alcohólico que renegó definitivamente del vino para refugiarse en orgías de agua mineral.

R.: Si aceptáramos esta comparación, tendríamos que convenir en que esta agua es más alcohólica que el vino, porque sus efectos son bastante más curadorcitos que el vino de ayer. Tal vez lo que sucede, es que el vino estaba aguado y esta agua es aguardiente. Esta agüita nos ha hecho romper definitivamente con una realidad demasiado oprimente y nuestras cabezas, que estaban prisIoneras en esquemas exageradamente estrechos, ahora tienen alas, como Mercurio.

P.: El Mercurio miente.

R.: Te hablo del Mercurio divino,... aunque este último también miente. Pero dejémonos de chistes: nosotros, hoy día, estamos muchísimo más locos que antes o, mejor dicho, nuestra locura de antes se ha abierto paso a través de estos tiempos grises que vivimos, salvando la parte de verdad que había en nuestro cometido anterior y desplegándose hacia un estado más frenético y más preñado de futuro.

P.: Antiguamente, eso solía llamarse autocritica.

R.: Efectivamente, es eso: una conciencia que busca recuperar nuestro pasado para construir lo futuro. Porque frente al pasado hay dos posibilidades de error: algunos que tienen responsabilidad en los errores cometidos no quieren asumirla e inventan toda una ideología para demostrarnos que todo se hizo bien, que no hubo nada malo, que los únicos errores fueron cometidos por los contrarios y que ellos están limpios de todo mal, amén. Estos son los negadores de su propio pasado negativo y podríamos denominarlos los positivistas en el sentido de que para ellos todo lo que se hizo ayer está tan bien hecho como lo que se hace hoy día. La segunda posibilidad de error es la de aquéllos que no quieren nada con el pasado y que por eso buscan aparecer como nacidos por generación espontánea. No tienen padre ni madre ni hermanos ni primos. Sólo quieren reconocer a sus tatarabuelos, porque a ésos el tiempo ya los limpió de todo pecado. A éstos, que también pretenden ser inocentes, podríamos llamarlos los hijos pródigos o los sanpedristas: Ellos quieren inaugurar la historia y viven de la negación de sus predecesores. Pues bien: nosotros no queremos ser ni de unos ni de otros: queremos reconocer nuestros errores y, a partir de ellos, construir lo nuevo. También buscamos lo positivo de nuestro pasado y también eso es material de nuestra construcción.

P.: ¿Cuáles son estos errores?

R.: Ya te lo he dicho. Una conciencia demasiado estrecha v demasiado sectaria de nuestro que-hacer.

P.: Las alianzas demasiado amplias, ¿no implican querer pactar con Dios y con el Diablo simultáneamente?

R.: Nosotros no pactamos con el Diablo. Lo que confunde las cosas es que a veces se hace difícil definir quién es el Diablo. Nosotros queremos, partiendo de nuestra locura, interpretar a la gran mayoría de los chilenos. Desearíamos que nuestra música y que nuestra poesía sólo entrara en contradicción con el Diablo y los diablitos y diablitas. Para ello, es necesario volver a explicar lo que queremos y reformularlo de tal manera que concierna profundamente a todo el mundo. Si nuestras ideas sólo interpretan a unos pocos, quiere decir que son parciales, una parte del todo. Queremos militar en el entero sin renunciar a nuestras propias convicciones. Queremos que nuestro propio canto sea el canto de todos y que el canto de todos sea nuestro propio canto. Por eso, hemos replanteado nuestros propósitos en este último disco del que estamos hablando (en realidad, lo venimos haciendo desde el año 75), "La Revolución y las Estrellas'

P.: ¿Cuántos cesantes chilenos crees tú que podrían sentirse concernidos por la Revolución y las Estrellas?

R.: Todos. En primer lugar, porque un cesante quiere que este mundo cambie, quiere no seguir siendo cesante toda la vida y el arte es portador de esa esperanza en cada una de sus obras. Cuando yo pongo algo nuevo en este mundo o en el dominio de mis posibilidades, pongo las cosas patas arriba, invento una nueva manera de ver o de sentir o de escuchar o, simplemente, una palabra que no se había escuchado antes, estoy demostrando que el porvenir no es el presente. Pero ademas, el cesante no se agota en ser cesante: es también un hombre como cualquier otro y en todo momento quiere ser reconocido como tal; pues bien, hay que demostrarle que a través de una canción o de un poema se puede lograr este reconocimiento. Ni todas las miserias del mundo podrían hacer que los hombres abandonen sus aspiraciones más profundas. Cada día vemos morir a los hombres por sus ideas, por sus luchas, por sus aspiraciones y la misma lucha del cesante no tendría ningún sentido si no se confunde con las lucha de otros cesantes y, en definitiva, con la de todos los cesantes, traspasando de este modo las limitaciones de lo individual, de lo animal, de lo material. En este camino de unidad se ve va un atisbo de lo que nosotros llamamos las estrellas. El hombre no sólo se explica por sus luchas, por sus necesidades de acá abajo, sino también por su relación con lo invisible, que es lo que le da a su vida una dimensión verdaderamente humana. El hombre come para vivir, no vive para comer. Eso significa que obtener las condiciones materiales mejores por las que todos luchamos, tiene solamente sentido dentro de un plan mucho más vasto en el cual estén consideradas todas las necesidades humanas.

P.: ¿Cómo están tan seguros de no errar la puntería? Un penal se le va a cualquiera.

R.: Nosotros ya no estamos seguros de nada, preferimos vivir en la duda que nos abre hacia lo nuevo que en certezas demasiado rígidas. Los hinchas chilenos han resultado demasiado fanáticos. Cada cual pretende que su equipo va a ser el ganador invicto del campeonato y están convencidos de que los únicos jugadores que valen son los que visten su propia camiseta. De una vez por todas, tenemos que cambiar la concepción del hincha y prepararnos para un campeonato en el cual todos los equipos van a perder un poco para ganar un poco y asegurarnos por todos los medios de que el campeón sea una verdadera selección que gane, para que, en el fondo, sea capaz de producir el consenso de la mayor parte de los hinchas. El sectarismo no consiste en elegir un determinado equipo o una determinada camiseta (todos tenemos camisetas), sino en creer que nuestro equipo tiene que imponerse solo y como sea.

P.: ¿Cuál es la técnica que ustedes sugieren? ¿Un 4-2-4 clásico o un 4-3-3 un poco más defensivo? ¿O tal vez algo mucho más ofensivo?

R.: La táctica que nosotros queremos es la que sirva para unir a todos los chilenos y ganar el partido y el campeonato con el menor número de lesionados posible.

P.: ¿Cómo se concilia la música con el fútbol?

R.: Todos somos futbolistas en lo más profundo de nuestro ser; nos gusta el juego de equipo y sabemos que con la esgrima o el golf no se llega a ninguna parte. A nuestro conjunto siempre le ha gustado el fútbol y nuestro canto no dejará nunca de ser un canto de futbolistas. Lo importante es que sepamos unir las dos cosas cuando es necesario y también separarlas si es preciso. Hay que defender la especificidad del arte y la especificidad del fútbol y no jugar al fútbol con la guitarra o cantar acompañándose de la pelota, como hacen algunos.

P.: Eso quiere decir que, aparte de las estrellas, el fútbol sigue siendo una preocupación privilegiada del Quilapayún.

R.: Del Quilapayún y de todos los chilenos. Las estrellas son una manera de poner las cosas en su lugar. Somos artistas futbolistas y al fútbol lo que es del fútbol y a las estrellas lo que es de las estrellas.

P.: Pero también se puede jugar al fútbol con las estrellas.

R.: Sí y también jugar a las estrellas con el fútbol. Por eso te iba a decir que hay que tener siempre presente lo futbolístico que hay en las estrellas y lo estelar que hay en el fútbol.

P.: A Galileo, por ser demasiado aficionado al fútbol, le mostraron una tarjeta amarilla.

R.: A nosotros también; pero hoy día, los árbitros están muy a mal traer...

P.: El cassette que se convirtió en superventa en Chile, ¿lo consiguió por sus méritos artísticos o por lo puramente futbolístico?

R.: Ya te he dicho que las dos cosas son indiscernibles. Por eso, jugar al fútbol cantando y cantar jugando al fútbol son cosas tan difíciles.

P.: A tu juicio, ¿el hoyo del queque está en el interior o en el exterior del mismo?

R.: Este es un queque que no tiene ningún hoyo, al menos en el sentido espacial o territorial. Que el queque se encuentre hoy día fuera de sus propios límites, se debe únicamente a razones fácilmente comprensibles. El queque es todo el queque, incluyendo el hoyo o su no hoyo; son todas sus partes, estén donde estén. A lo mejor, parte del hoyo del queque está fuera y parte, adentro. El que se coma el queque se va a dar cuenta. A nosotros no nos gustan los que tratan de partir el queque artificialmente. ¿De qué interior, de qué exterior se habla? ¿Exterior respecto de qué? La parte de afuera del queque sigue siendo el queque con tanto derecho como su parte interior. Basta de seguir alimentando ideas divisionistas y parcializadoras. ¡Viva el queque!

P.: Según Darwin, ustedes vendrían siendo algo así como los abuelos de la gente que hoy día hace música (y fútbol) en Chile. ¿Están de acuerdo con esa clasificación?

R.: Nosotros somos los abuelos, pero también los hermanos, porque desde el punto de vista de nuestros resultados artísticos, somos recién nacidos y tan jóvenes como las más jóvenes generaciones de la canción chilena. Nuestras canciones antiguas son también antepasado de lo que nosotros somos hoy día. No estamos haciendo lo que hacíamos ni en los años 60 ni en los años 70 y seguimos vivitos y coleando. Pero eso no se conoce en Chile.

P.: Para terminar con ese desconocimiento, ¿existe algún proyecto de editar allá algunas de las cosas nuevas que están haciendo?

R.: Tal vez en los próximos meses pueda salir algo pero, por razones obvias, dará todavía una imagen limitada de lo que realmente somos. No importa. La canción más verdadera no se desgasta con el tiempo y estamos seguros de que nuestro pueblo volverá a encontrarse con nuestras canciones. Creemos en la vuelta del Zorro y lo que sucedido con el cassette de Odeón nos demuestra que no se nos ha olvidado y que la posibilidad de ser de nuevo escuchados sigue abierta. Esto es lo positivo y lo que nos causa mayor alegría en este instante.

P.: ¿Piensan volver a jugar algún día, al fútbol en el Estadio Nacional?

R.: Depende de los resultados del partido.

P.: Buena suerte y que no se les vaya a ir el penal.

R.: Si ganamos, ganaremos.

Desiderio Arenas