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Quilapayún
FuentePeriódico: COURRIER Fecha15 Febrero 1982 PaísFrancia


Edición transcrita/traducida

C.A.C.
Son siete... Como los dedos de una mano que, aunque deforme, no perdería por ello su expresividad. Eduardo Carrasco (quena, pincullo, zampoña), Guillermo Oddó (guitarra, percusiones), Carlos Quezada(percusiones), Rodolfo Parada (guitarra, triple, tres, cuatro y zampoña), Guillermo García (guitarra, percusiones), Hugo Lagos (cuerdas, quena, zampoña), y Herman Gómez (guitarra y charango). Todos para uno, uno para todos… Difícil separarlos, tener una preferencia, tal vez Guillermo García por sus talentos como guitarrista. Por lo demás, hacen frente común bajo los focos y tras una hilera de micrófonos, el duelo (vestidos todos de negro) de una existencia que terminó en el otoño del 73. Una existencia de hombres libres sobre el suelo que los vio nacer.

Frente a frente, Quilapayún está ante una sala repleta, completamente llena, el viernes por la noche, en el Centre d’Action Culturelle. Como en sus mejores días. Músicos, los integrantes de Quilapayún poseen además un decimotercer instrumento, que no es otro que la voz: bajo, barítonos, tenor, que se funden a la perfección, canto, contrapunto, mientras sus manos se entrelazan. Aquí, al ritmo de los arpegios que acarician el triple o el cuatro (guitarras de cuatro cuerdas); allí, al compás de los redobles infligidos al bongó, bombo legüero y tumbadora; más allá, cuando los dedos se agitan para tapar los pequeños agujeros de la quena (flauta pequeña) y los labios se mueven frenéticos en la zampoña (una especie de flauta de Pan). Humor, poesía (Pablo Neruda), canciones melódicas del folclore o de inspiración folclórica, canciones de lucha, canciones panfletarias (a veces con colaboración del público), cantatas: los siete de Quilapayún no han usurpado una reputación que desafía las fronteras. Más allá del simple placer que procuran la música y el canto, podemos estar seguros de que la visita de Quilapayún no habrá sido inútil para todos aquellos (numerosos, sin duda) que siguen creyendo que si no hay punto en común entre Valparaíso y Gdansk, es solo una cuestión de instalaciones portuarias…