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El grupo chileno “Quilapayún”
FuentePeriódico: LIBÉRATION Fecha12 Abril 1974 PaísFrancia


Edición transcrita/traducida

«Cada vez que cantamos sobre un escenario, es un acto de solidaridad con Chile»

Ganador del Premio de la Academia Charles Cros en marzo de 1974, y momento cumbre de la noche de clausura de la semana de animación del Festival de Royan, el grupo Quilapayún recorre Europa, desde Inglaterra hasta Suecia, pasando por la Maison de la Culture de Le Havre, donde cantará el próximo 20 de abril. Por primera vez en Francia, interpretarán la cantata “Santa María de Iquique” frente a un decorado pintado por José Balmes y la brigada muralista Luis Corvalán.

Creado en Chile en 1965, el grupo participa en 1968 en el “Movimiento de la nueva canción” junto al conjunto Inti Illimani, Víctor Jara, Ángel Parra... Este movimiento nace de la experiencia de un contacto directo entre los artistas y la clase trabajadora. Luego se asocia al Frente de Artistas, que apoya la campaña electoral de la Unidad Popular y le presta su colaboración hasta su llegada al poder.

Autores o intérpretes de más de 150 canciones y 13 discos, los siete Quilapayún gozan en Chile de una inmensa popularidad y fue solo por azar que se encontraban en Francia en el momento del golpe de Estado del 11 de septiembre, lo que les permitió evitar la represión.

LIBÉRATION: Concretamente, ¿cuál fue su acción durante la Unidad Popular?

QUILAPAYÚN: Durante el gobierno de Allende, gozamos de muchas facilidades para emprender iniciativas culturales y artísticas. Así, la Universidad Técnica de Chile nos ayudó a hacer un llamado a todos los jóvenes que querían aprender de nosotros todo lo que sabíamos, especialmente sobre folclore. En este contexto, formamos seis conjuntos de jóvenes que, tras seis meses de trabajo con nosotros, dieron conciertos, hicieron giras y participaron en la campaña para las elecciones legislativas. Fue el comienzo de todo un movimiento por la canción folclórica y revolucionaria, y contra el individualismo en el arte, porque compartimos todo lo que sabíamos. Quilapayún era más un movimiento que un conjunto musical, y de hecho, los seis grupos que formamos también se llamaban “Quilapayún”. Queríamos mostrar al público que no éramos estrellas, sino que el éxito del artista es fruto del trabajo.

Por otro lado, hicimos que en Chile se viviera la experiencia de una canción popular política que todo el mundo cantaba, como una canción de masas. Aprendimos que la canción puede ser un arma para la revolución, siempre que se transforme en una canción de masas. Existía un diálogo constante entre los obreros y nosotros, y en la época de la Unidad Popular, el 90 % de nuestro trabajo se realizaba con los trabajadores, en las poblaciones, en las minas... Por ejemplo, durante las campañas electorales, íbamos a una población y cantábamos algo muy conocido: todo el mundo se reunía y cantaba, y luego, algunos dirigentes políticos hacían un mitin. Componíamos marchas revolucionarias, canciones para los candidatos...

También compusimos canciones contra “El Mercurio” y “La Tribuna”, canciones para llamar a la Democracia Cristiana a la revolución, canciones por la nacionalización del cobre, canciones contra las mujeres de las cacerolas... Pero también interpretamos canciones folclóricas y poéticas, y realizamos un trabajo que será muy importante para el futuro: crear nuevas formas que unan la canción folclórica y la música clásica. En esta línea, junto a Luis Advis y Sergio Ortega, creamos cuatro cantatas, entre ellas “Santa María de Iquique” (sobre una masacre de trabajadores), que combinan una forma clásica, elementos del folclore y el uso de instrumentos tradicionales. Gracias a estas obras, los trabajadores supieron por primera vez lo que era una cantata.

LIBÉRATION: ¿Su actividad en el grupo Quilapayún excluía otras ocupaciones?

QUILAPAYÚN: No. Cada uno de nosotros tenía su propia profesión, que ejercía por la mañana. La tarde y la noche estaban dedicadas al grupo. Por ello, nuestro vínculo con la gente era mucho menos económico, ya que podíamos hacer muchas cosas gratuitamente.

LIBÉRATION: ¿Cuál es hoy la situación de sus canciones en Chile?

QUILAPAYÚN: Durante la Unidad Popular, la canción adquirió una gran importancia popular; fue una de las armas más temibles, y por eso la junta ejerció una represión feroz contra los cantores políticos (Jara, Parra...). En lo que nos concierne, está prohibido cantar nuestras canciones; nuestros discos también están prohibidos. DICAP (la discográfica que publicaba a Quilapayún) fue saqueada, se difundieron falsas acusaciones contra nosotros por televisión, y en algunos allanamientos, se quemaron nuestros discos, como lo prueban varias fotografías. La junta quiso incluso despojarnos de la nacionalidad chilena, pero mucha gente, incluso de derecha, se opuso. El Premio de la Academia Charles Cros nos fue otorgado por nuestro disco “Cueca de la libertad”, pero ese disco está prohibido en Chile.

LIBÉRATION: ¿Cuáles son hoy sus proyectos?

QUILAPAYÚN: Seguir trabajando por el pueblo chileno. Cada vez que cantamos sobre un escenario, es un acto de solidaridad con Chile. Más concretamente, pensamos presentarnos en el Olympia junto con otros artistas chilenos que se encuentran en Europa, y dedicar ese espectáculo a Chile. En junio publicaremos un disco que reunirá canciones compuestas desde el golpe de Estado (entre ellas “El pueblo unido jamás será vencido”) y canciones de Víctor Jara como “Con el alma llena de banderas”.

Los ponchos negros de Quilapayún en Royan: “un acto de solidaridad”

Jacques Erwan