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Cuando el canto se pone rebelde
FuentePeriódico: EL SIGLO Fecha9 Junio 1969 PaísChile


Edición transcrita/traducida

QUILAPAYÚN: Definitivamente comprometidos en la canción de contenido.

HACE ALGUNOS años, cantar una canción cuya letra expresara una situación social en favor del pueblo casi no se concebía. Más bien era difícil encontrar un solista o un grupo de electo nombre artístico que lo hiciera. Solo nacían composiciones en la inspiración de poetas populares, pero sin que tuvieran una trascendencia amplia.

Se podría decir que el asunto comenzó con la extraordinaria Violeta Parra. Ella, la “volcánica”. es una de las primeras en componer canciones que llevan enmarcada una protesta: ya en favor de los mineros va de los campesinos. "Arriba quemando el sol" por nombrar una de ellas, muestra a través de su letra y de su melodía, un crudo cuadro del minero pampino.

Y Violeta, menospreciada en comienzos, no ceja en su empeño. Parte a Europa donde se vincula con los grupos llamados "protest song”, que
surgen con sus cantos en un mundo convulsionado, y allí, sin duda, asimila esta temática para que al regreso surjan de su inspiración bellas canciones que piden justicia. Su empeño es captado por otros artistas, quienes también, peleando letras a melodías con raigambre folklórica, dan origen a todo un movimiento que hoy cuenta en sus filas conjuntos y solistas así como también compositores, que vienen a constituir lo de mayor jerarquía dentro del movimiento de música popular de muestro pais.

Entre otros. Patricio Manns, Victor Jara, Richard Rojas, Ángel Parra, Rolando Alarcón, Sergio Ortega, Héctor Pavez; y conjuntos como el QUILAPAYÚN, VOCES DEL TRUMAO, INTI ILLIMANI, VOCES DEL QUELENTARO, y tantos más, que se deciden a comprometerse en un verdadero movimiento de cancion-protesta o de contenido.

Nacen con ellas canciones cono "El minero del carbón”, “En Lota la noche es brava”.,”El arado”, las resfalosas de Alarcón que hablan de la paz, y otras.

Ellas se difunden con dificultades, porque tocan sensibles epidermis de quienes tienen en sus manos el control de la difusión de discos. Se prohíben temas que hablan de hechos sangrientos como el de la masacre de EL SALVADOR. Pero ello, en ningíun caso significa una estacada para que este tipo de canciones se sigan produciendo y vayan pasando de boca en boca, entre los estudiantes, en las peñas, en los sindicatos, haciéndose conocidas y populares.

LA JUVENTUD RECEPTORA

El trabajo de estos artistas comprometidos que quedan casi al margen de la difusión comercial, no cae en el vacío. Sus temas son captados por la juventud consciente de su responsabilidad frente a la lucha por mejores días. Ellos se encargan de difundirlos, de comentarlos. Y ya en un tren, en un paseo o en cualquier lugar, las guitarras son empuñadas para enseñarnos y seguir sembrando la semilla.

Ni siquiera es necesario ser un tipo de barba o de extraña apariencia quien las interprete, como pudiera pensarse, ya como en un comienzo se identificó así a quienes llevaban la protesta en sus canciones. Eso no importa, lo fundamental es la entrega.

Y las voces comienzan a surgir activas, con una fuerza enorme que sacude las mentes. No son cantos a un amor imposible, como los que nos llegan envasados, sino dedicados a mostrar una situación injusta y a plantear la necesidad de cambiarla. Y no solo en Chile. Al mismo tiempo otros jóvenes entonan en otros puntos de América y del globo este mismo tipo de canciones.

Viglietti, en Uruguay, compone “Sinfonía Americana” y “Canto a mi América”, sobre la misma temática. Nara Leao y Chico Buarque, lo hacen en Brasil. Estados Unidos, país que empieza a convulsionarse con la guerra del Vietnam se ve estremecido aún más con la denuncia de Joan Baez y Buffi Sainte Marie Peter Seeger, a su vez, les canta a los negros en la lucha contra la segregación. En Francia surge un Antoine y en Gran Bretaña Danova, quienes con melenas desgreñadas protestan por la masacre del Vietnam y el peligro de un tercer conflicto bélico en el mundo.

Es decir, el canto traspasa fronteras para solidarizar con países lejanos del Asia y proclamar la necesidad de crear un mundo justo para todos.

UNA EXPRESIÓN JUSTA

En nuestro país, surge entre otros un grupo que hasta ahora ha marcado una senda imperecedera en relación con la canción comprometida EL QUILAPAYÚN.

-Siempre nos hemos sentido vinculados a esto que podría ser llamado movimiento de la Canción Protesta, dice Eduardo Carrasco, uno de sus fundadores, “No somos los iniciadores sino que los que han aportado un grano de arena más en este mar de cantantes, poetas y artistas en general, que dan a conocer el desasosiego del pueblo que pide y exige un mejor futuro.

Para el Quilapayún, todo viene a ser una expresión más, en este4 caso en el terreno de las artes, de lo que está sucediendo en todos los campos, al tomar la clase obrera verdadera conciencia del papel revolucionario que le corresponde.

-Para nosotros esto no es una mera denuncia, sino que tiene un aspecto constructivo. Pensamos que no se debe quedar en la crítica que niega todo lo que nos rodea, sino que más bien, debe hacerse conciencia de lo que se quiere. Si criticamos algo, es porque lo rechazamos al existir otra cosa mejor que está presente y clara.

-De allí, agrega Carrasco, que nosotros aún más allá de nombrarnos cantantes de protesta, nos declaramos marxistas, porque eso nos une a todos.

El Quilapayún tomó esta posición desde sus inicios, siendo la primera canción que interpretaron “El Pueblo”, de Ángel Parra. “De ahí para adelante no ha habido transacción. Incluso hemos querido demostrar que es posible llegar al público por otras vías que no sean las que controla la burguesía y que impide nuestra actuación y la de todos los artistas de este tipo. Llegamos a través de recitales, de actuaciones en Sindicatos, Escuelas, centros mineros y otros”.

HACER ALGO BUENO

Para Quilapayún -y pareciera serlo para la gran mayoría de intérpretes y compositores que integran este movimiento- las creaciones que se hagan deben estar realizadas con convicción y de la mano con el arte. Lo fundamental es que nadie pueda negar a ellos la condición de artistas. “Creemos que aparte del contenido de nuestros cantos, es el valor artístico de ellos lo que nos sostiene”, agrega Carrasco, “de tal manera que la protesta, por un lado, es verdadera, y por otro lado, es un arte. De otra forma estaríamos cayendo en lo panfletario y chabacano”.

CADA VEZ MEJOR

Y el canto realista sigue entonándose con fuerza. Mano a mano con los trabajadores, creando, junto a ellos, los canales de su difusión. Yendo también más allá de nuestros problemas, cantando con rabia por el asesinato del “Che” y la invasión al Vietnam, pero con alegría porque serán canciones que ayudarán a conquistar un mundo mejor, en labios de la juventud.

Jaime Chamorro Díaz