Quilapayún Header Quilapayún - Sitio oficial
La política es parte del show: el riesgo está en las graderías
FuentePeriódico: LA SEGUNDA Fecha20 Febrero 2020 PaísChile


Edición transcrita/traducida

Festival de Viña en tiempos polarizados

En 1973, la presentación de Quilapayún, símbolo de la Nueva Canción Chilena, fue afectada por la polarización política de la época. El grupo recibió pifias de un sector del público opositor a Allende, quienes arrojaron objetos al escenario. La transmisión fue cortada. Al día siguiente, fue cancelada la presentación de Los Huasos
Quincheros, grupo emblemático de la derecha.

Quienes estaban ahí, dicen que más que una batalla campal, fue un verdadero asalto desde las tribunas hacia el escenario. Era febrero de 1973 y la crispación política en Chile estaba con la aguja al tope. Quilapayún iniciaba su presentación en el Festival de Viña del Mar, y ya desde la presentación del animador César Antonio Santis, las pifias de grupos opositores a Allende en contra de una de las agrupaciones símbolo de la Nueva Canción Chilena, chocaron con la aclamación a voz en cuello que partidarios de la Unidad Popular, hacían para defender a los músicos que intentaban ofrecer su show en el escenario.

Por supuesto, ambos bandos se habían organizado previamente para tales demostraciones, e incluso se decía que Quilapayún había donado los honorarios de su presentación para que cerca de 300 trabajadores de cordones industriales y dirigentes estudiantiles compraran su entrada. En el foso de la orquesta del Festival llovía todo tipo de objetos arrojables, desde monedas y piedras, hasta bolsas con excremento. La organización decidió arrancar el problema de raíz, cortó la transmisión hacia el exterior y suspendió la jornada. Como causa y consecuencia, a nadie le pareció extraño que la presentación de Los Huasos Quincheros programada para el día siguiente en el mismo escenario, fuera suspendida.

Tras el estallido social de octubre de 2019, una sombra de inquietud se vergue sobre todos los eventos de asistencia masiva. Humoristas y artistas como Ernesto Belloni y Américo han sido objeto de "funas" durante sus actuaciones recientes, y hasta Álvaro Salas, el autodenominado Rey del Chiste Corto, decidió por cuenta propia bajarse de la pasada edición del Festival de Dichato por temor a manifestaciones en su contra. Si a eso le sumamos los incidentes en las tribunas del Estadio Monumental que consiguieron suspender un partido de fútbol, es bastante obvio que la edición 2020 del Festival de Viña del Mar debe ser la que más expectativas ha generado desde la década de los 80.

Sin embargo, en la práctica, los hechos del verano del 73 parecen una anécdota externa pero aislada cuando se revisa el historial de carga política que el Festival más popular del país acumula en su historia. Es más, el recuento parece indicar que si algún desmadre ocurre en la Quinta Vergara durante los próximos días, debería provenir de una hipotética falla en la seguridad del recinto que, en teoría, se pudiera ver sobrepasada, y no desde los mensajes que artistas con historial de carga política en sus carreras, como Stefan Kramer o especialmente Mon Laferte, pudieran provocar.

Es más, de acuerdo a Revista Capital, se realizaría trabajo de inteligencia para prevenir incidentes en las graderías, revisando antecedentes de quienes compran las entradas por internet. Pero la empresa Punto Ticket, a su vez, negó haber entregado datos privados de sus clientes.

Imitar mandatarios, tradición festivalera

Si hay algo en lo que la organización de Viña 2020 ha puesto esmero, eso es en reforzar la habitual seguridad de la Quinta Vergara, con iluminación extra en los cerros aledaños al recinto, la inclusión de detectores de metales y tres anillos extra de estricto control antes de la entrada, y presencia de personal de la PDI al interior de la platea y la galería.

Revisando el historial político de los shows del Festival de Viña, la medida parece cobrar sentido: más allá de lo anecdótico, la temperatura ambiente nunca ha sido demasiado hostil desde el escenario. Desde el incidente de 1973, solo el catastrófico terremoto del 2010 ha logrado suspender el Festival, y por muy mitológicos que aparezcan algunas de las legendarias salidas de libreto en la Quinta Vergara, nunca han bastado para medidas drásticas.

El humorista Manolo González, hijo de un modesto agricultor, alcanzó a estar solo cuatro años en la Escuela Mili-tar. Bastó que uno de sus superiores se diera cuenta que estaba usando su uniforme de servicio durante sus actuaciones, para que su carrera en la milicia terminara abruptamente. Por eso, cuando en febrero de 1978, González se tomó la libertad de imitar en Viña del Mar ni más ni menos que a Augusto Pinochet, con un miembro de la Junta Militar presente en el palco -el almirante Merino- solo aquellos que no conocían la historia personal de González se sorprendieron de la osadía.

Hoy, muchos ojos se ciernen sobre la rutina de Stefan Kramer, el multifacético imitador y comediante que debutó en la Quinta en 2008, con una vertiginosa rutina en que presentó 33 personajes sobre el escenario. Kramer será el número de humor estelar en la noche debut de esta edición del Festival, y fue precisamente la jornada en que compartirá cartel con Ricky Martin la primera en agotar las entradas disponibles.

Fiel a su costumbre de preparar el ambiente con videos virales que se difunden a través de redes sociales, esta vez fue una versión del clásico de Los Prisioneros "El Baile de los que Sobran" interpretada con 12 voces distintas lo que adelantó el tono de su rutina para el 2020. En la pieza audiovisual, además de incluir su va habitual remedo del Presidente Piñera, el rey de las imitaciones presentó su nuevo personaje, la ministra Marcela Cubillos. El impacto fue tal, que a las pocas horas un grupo de doce manifestantes, bajo la consigna "El Festival es de todos", subió un video dirigido al comediante en el que le piden "que realice su rutina relacionada al humor, y no al fomento de odio a través de la política". Sin embargo, la confirmación que uno de los guionistas de su equipo hizo de que precisamente la rutina de Kramer estará cargada de contingencia, parece augurar exactamente lo contrario.

De Mr. Mister a Mon Laferte: artistas con mensaje de yapa

De todas las ediciones del Festival, la edición de 1988 podría considerarse sin duda la más politizada, por una serie de incidentes, unos más fortuitos que otros, en un período histórico que estuvo marcado por la inminencia del plebiscito del Sí y No al gobierno de Pinochet, que se realizaría en octubre. Este fue el año en que Richard Page, vocalista de la banda norteamericana Mr. Mister leyó en vivo y en directo un mensaje de apoyo a "los artistas amenazados de muerte", solo minutos antes de volver al escenario y pedir disculpas ante el micrófono de Antonio Vodanovic, declarando que "soy músico, no político".

Sin embargo, fueron otros dos incidentes los que marcaron el comidillo de la época. Uno de ellos lo protagonizó Marcela "Maché" Sánchez, la representante peruana a la competencia de canciones de ese año, que ante la denuncia de plagio que acabó con su descalificación del certamen, acusó censura por parte de la organización. Todo esto debido a que su canción repetía varias veces la palabra "No en el estribillo. A modo de acto de desagravio, la prensa de la época solidarizó con la cantante y la coronó como Reina del Festival.

Pero fue José Luis "El Puma" Rodríguez quien protagonizaría uno de los momentos clásicos de Viña, cuando después de ser ovacionado por El Monstruo de la Quinta y recibir la Antorcha de plata, se plantó cerca de 15 minutos sin moverse del escenario, mientras el público pedía a voz en cuello que se le otorgara también la Gaviota de Plata. Fue allí cuando pronunció la histórica frase "A veces hay que escuchar la voz del pueblo", lo que muchos tendieron a interpretar como un guiño al tensionado ambiente político que vivía el país.

Y si de voz del pueblo se trata, la cantante chilena Mon Laferte sin duda es depositaria de la mayor cantidad de expectativas en torno a la naturaleza de su show en la Quinta, debido al abierto apoyo a las movilizaciones sociales de los últimos meses, que incluso la han llevado a protagonizar un muy viralizado topless como acto de protesta durante la pasada edición de los Premios Grammy Latinos en noviembre pasado, realizada en Las Vegas, California. A eso se le agregan las acciones civiles y penales anunciadas por parte de Carabineros, luego de que la cantante de 36 años acusara a los uniformados de "quemar las estaciones del Metro".

¿Dónde está entonces el gran peligro del Festival de Viña del Mar 2020? A la luz de la historia del evento, todo indica que sería una posible evasión masiva -que supere la ya habitual presencia de colados a la Quinta Vergara, amparados en el tupido follaje que rodea al recinto- lo que podría poner en jaque la realización de un evento que, paradójicamente, después de varias décadas parece haber recuperado ese vértigo de lo impredecible que puede resultar un espectáculo transmitido en vivo por televisión, radio y los miles de teléfonos celulares que seguro estarán atentos a captar el mínimo indicio de actividades no programadas por la organización.

En 1973 hubo peleas entre adversarios y adherentes a la UP. Hoy, con inéditas medidas de seguridad, la amenaza de evasión preocupa a los organizadores.

Julio Osses