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Concierto de apoyo en el Cabaret Sauvage
FuentePeriódico: L’HUMANITÉ Fecha4 Mayo 2011 PaísFrancia


Edición transcrita/traducida

«Luchamos por la libertad y el pluralismo de la prensa, es algo primordial para la democracia. Nuestra historia está ligada a la de l’Humanité, y eso va a continuar». — QUILAPAYÚN.

Sala llena, sala feliz. El Cabaret Sauvage acogió el lunes por la noche a una cincuentena de artistas reunidos en torno a la música y el canto para apoyar al periódico l’Humanité. Fragmentos elegidos de una noche ardiente.

El lunes por la noche, en el ambiente íntimo del Cabaret Sauvage en París, cerca de cuarenta artistas de todos los estilos y orígenes subieron al escenario para respaldar al diario, en el marco del proceso de las Assises de l’Humanité. Una velada militante, bajo el signo de la defensa del pluralismo en la prensa (ver a la derecha los extractos de la intervención del director de l’Humanité). Una noche teñida de mil notas.

Samira Brahmia abrió el evento: la poesía argelina envuelta en guitarra fue el preludio de una noche que no podía ser sino prometedora. Brad y Cecilia Scott, de The Serge Gainsbourg Experience, tomaron el relevo. Y el público comenzó a tararear cuando, aunque británico, Brad Scott —boina bien ajustada en la cabeza— entonó el himno del “hombre con cabeza de repollo” en la lengua de Shakespeare. Una alegre mezcla de géneros al ritmo de la guitarra, en un guiño a Francia de parte de quien se declara «francófilo, aunque no del todo francófono».

Luego, Sylvain Kassap, acompañado por Ramon Lopez, puso música a una serie de imágenes titulada Muros que separan a los hombres. Kassap en el clarinete, Lopez en la percusión, dos pantallas desplegadas y toda la fuerza del jazz acompañando las imágenes del artista. Un momento de respiro, de dulzura jazzeada antes de que Disiz la Peste «perdiera los estribos» e inundara la carpa del Cabaret Sauvage con un rap ácido y contundente. Cambio de atmósfera. El rapero jugaba con la rima y la sala se electrizó. El ritmo era poderoso y el texto afilado. «Es tan hermoso ese término: humanité», soltó. Y como el eclecticismo estaba a la orden del día, Melissmell tomó el micrófono y ofreció al público y a l’Humanité Aux armes, una mezcla sutil entre La Internacional y La Marsellesa, una canción nacida en mayo de 2008, con motivo de los cuarenta años del mayo del 68: «en esa época en que Sarko quería que todos denigráramos esa revolución», explicó la cantante.

Del rap de Mike Ladd al jazz del Psycho Bop Trio, pasando por el reggae de Danakil, el Cabaret Sauvage continuó vibrando al ritmo de la solidaridad. La contrabajista Joëlle Léandre y Serge Teyssot-Gay ofrecieron un gran momento musical, minimalista y poderoso, y HK hizo que el público se pusiera de pie por «el diario de quienes no sueltan nunca». Luego cedió el escenario a Didier Lockwood y Tony Gatlif. Lockwood al violín acompañando a Gatlif en Étranges étrangers de Prévert. El dúo fue sorprendente, pero las palabras del poeta, con las notas del músico, supieron hacer soñar. La sala, transportada de un universo a otro, recibió a Quilapayún entre una ovación atronadora. Y no era para menos. Son el símbolo de la lucha, de la defensa de las libertades de los pueblos, y cuando entonaron las primeras notas de ¡El pueblo unido jamás será vencido!, estalló la fiebre. El público y los músicos chilenos cantaron a una sola voz, con fuerza, este himno a la libertad. Una velada de resistencia y solidaridad que tuvo como broche de oro una gran jam session. Les yeux d’la tête, Danakil, HK y Melissmell juntos en el escenario, una hermosa manera de cerrar la noche, entre gritos de «¡Viva l’Humanité!», un Humanité del mañana, recién salido de las rotativas, distribuido a la salida.

Marion D’Allard