Quilapayún Header Quilapayún - Sitio oficial
Quilapayún, canciones para recordar
FuenteRevista: REG’ARTS FechaOctubre 2009 PaísFrancia


Edición transcrita/traducida

Aquí están, los Quilapayún, ese fabuloso grupo chileno que lleva la voz de los desaparecidos, de las víctimas de la dictadura chilena desde hace tantos años.

Entran en escena, vestidos con el poncho negro de los arrieros de los Andes, y ya una ovación inmensa se eleva desde la sala. Por lo que son. Por lo que representan. Para saludar 45 años de lucha. Y también un talento único.

Una gran emoción flotaba en el teatro Châtelet durante este concierto excepcional dedicado a Víctor Jara, cantante, poeta y compositor comprometido, que fue su director artístico entre 1966 y 1969.

Las canciones se suceden y la magia actúa. Las potentes voces, con armonías vocales extraordinarias, transportan al público muy lejos de París; no hace falta entender español, se siente todo lo que quieren decirnos, y las imágenes desfilan en las mentes, impulsadas por la música.

Regresamos a los años oscuros de Chile con el golpe de Estado de los generales encabezados por Pinochet, las detenciones, las torturas, los asesinatos, incluido el de Víctor Jara. En ese terrible día, el 11 de septiembre de 1973, los Quilapayún estaban en concierto en París, lo que probablemente les salvó la vida.

Y fue la ciudad de Colombes la que les ofreció asilo, ¡qué símbolo!

Se convirtieron en los portavoces de todo un pueblo, llevando en alto los valores de libertad y fraternidad por todo el mundo. Salvo, con el corazón desgarrado, en su propio país, al que no volverían sino hasta 1988, tras el retorno de la democracia.

Desde entonces, cada una de sus apariciones es un acontecimiento. Para ellos, con el paso del tiempo, es cada vez más importante transmitir, llevar la antorcha de la memoria. El deber de recordar sustenta su existencia.

Pero también son poetas, músicos, y comparten todo el patrimonio cultural de Chile, con su folclore, sus instrumentos particulares como los charangos, muy lejos de la predominancia de la música anglosajona.

El público está como hechizado. La emoción es palpable y alcanza su punto máximo con el final: el célebre canto emblemático «Venceremos». Toda la sala se pone de pie, y la ovación se prolonga: es como una ola que lo inunda todo; más allá de Chile, es la voz de todos los oprimidos del mundo la que se ha hecho oír. No hacen falta palabras. La música es universal. Siempre. Siempre.

Nicole Bourbon