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El Quila unido ¿jamás será vencido?
FuentePeriódico: LA NACIÓN Fecha26 Enero 2003 PaísChile


Edición transcrita/traducida

LAS CAUSAS QUE LLEVARON AL CONJUNTO A LA PEOR CRISIS DE SU HISTORIA

NADIE HABLA DE DISOLUCION, pero las muestras existen: con la partida de sus últimos miembros "históricos" en diciembre pasado, Quilapayún se reduce a una serie de conflictos provocados por su actual dirección artística."Hoy es lo más cercano al pinochetismo", dicen sus ex integrantes.

En las afueras del Palau de la Música de Barcelona cuelga un afiche promocional que presenta: “Desde Chile, un grupo con historia: Quilapayún. Miércoles 29 de enero de 2003. 21 horas". Y esa misma historia que anuncia el arribo de Quilapayún a tierras catalanas se confunde con una fotografía de sus dos líderes actua-les, Rodolfo Parada y Patricio Wang, junto a una serie de músicos contratados para vestir ponchos negros y reciclar un legado que alguna vez fue combativo. Esa imagen es lo que hoy llaman Quilapayún.

Pero desde su casa en Santiago, Eduardo Carrasco, fundador de la agrupación y director musical hasta 1988, los llama de otra forma: Terminator 8. ¿Perdón? "Sí, Terminator 8", confirma el músico para grafica la desgastada saga que ha seguido su banda madre durante el último año.

Es que la analogía cinematográfica no es sólo un chiste, ya que en diciembre pasado renunciaron los últimos integrantes que conformaron el núcleo primario de Quilapayún: Hugo Lagos, con 30 años en sus filas, y Hernán Gómez, quien hasta esa fecha contaba 35 años en el grupo.

EL FIN DE LA CANTATA

Sus partidas no sólo dejan a la agrupación -avecindada en Europa desde 1973- sin los protagonistas de sus mejores días. También revelan la crisis que venía arrastrando desde fines de los '90 debido a severos conflictos internos desatados por un mal manejo administrativo por parte de Rodolfo Parada -su actual director artístico- y un conjunto de decisiones que no concordaban con los ideales de la mayoría de sus miembros

Incluso, son ellos mismos los que ni siquiera hablan de "grupo" y sin apuros escriben su obituario: el "Quila" como tal ya no existe.

"Así es. Creo que Quilapayún desapareció, porque no lo concibo sin Hernán ni Hugo y con la gente que continúa no veo la misma misión y visión que tuvimos durante años. No sólo por el hecho de ser chileno te vas a subir a un escenario, ponerte un poncho, cantar La Muralla y decir que eres Quilapayún", enfatiza Ricardo Venegas, quien abandonó el conjunto en 1992 tras una militancia de 15 años, y hoy lamenta que los créditos de la agrupación estén firmados por músicos reclutados de bandas como Ortiga y Barroco Andino.

Pero Guillermo García, otro ex Quilapayún, tiene una opinión aún más autorizada para referirse a la crisis: renunció en junio del 2001 tras 28 años en los registros del grupo. “Quilapayún tuvo una transformación nefasta y oscura liderada por Rodolfo Parada. El nos traicionó a todos. Ahora toca junto a otros músicos que no pueden defender lo que nosotros defendíamos, porque son mercenarios a sueldo y están ahí por dinero. Es una gran impostura", determina desde su casa en Bruselas.

SIN BARBAS

El éxodo de García tiene su respuesta en el suceso clave que enfrenta a los "históricos" con la actual jefatura: la apropiación de la marca Quilapayún.

Según cuenta Eduardo Carrasco, a mediados de 1999 Rodolfo Parada inscribió en París el nombre de la banda como una marca unipersonal, sin que ninguno de sus compañeros se enterara de la maniobra. Sólo tres años después descubrieron el capricho y las consecuencias que podría traer. Hasta supieron que Parada intentaría registrar la marca en nuestro país durante este año.

"Lo curioso es que el nombre lo inventé yo", reclama Carrasco al recordar como una tarde de 1965, frente a su hermano Julio y a Julio Numhauser, conjugó las palabras mapuches "quila" (tres) y "payún" (barbas) para bautizar uno de los cancioneros más prolíficos paridos por la música popular chilena.

Escenas que sólo quedan en recuerdos frente a la determinación de Parada, ya que sólo él y sus actuales camaradas pueden presentarse como "las tres barbas”. Una persona no puede aprovecharse de un patrimonio común, la marca pertenece a todos nosotros. A fines de diciembre iniciamos un proceso legal para que el nombre de la banda nos pertenezca a todos los que formamos su etapa más importante y comprometida", aclara Carrasco.

CANTO NEGRO

Pero la pertenencia del nombre Quilapayún no sólo implica atesorar una tradición que habla de trajes oscuros y canciones con puño en alto, sino que también una amplia posibilidad de negociar con entidades discográficas. Sobre todo cuando en 1999 las multinacionales intuyeron que la Nueva Canción Chilena despertaba un renovado interés en las nuevas gene-raciones, convirtiéndose en un negocio más que viable. Toda la banda sonora de aquel período fue revivida: Víctor Jara, Inti Illimani y el clan Parra.

El “Quila" no fue la excepción y firmó un contrato con Warner Music que le permitió celebrar 35 años con un disco nuevo (Al Horizonte), la reedición de sus diez placas más aplaudidas y un compilado que sintetizaba toda su historia.

Pero las palabras de Hernán Gómez frente al tema no parecen lanzadas en un cumpleaños: "A partir de ese momento comenzó un atropello a la historia y a los miembros del colectivo que nos perjudicó moral y financieramente. Nunca se nos informó por la reedición de la discografía. Nunca se dejó a los antiguos integrantes manifestarse por el contenido de ellas ni dejar que recibieran dinero por los derechos de autor. La política de reemplazo de los miembros nunca tuvo en cuenta la representatividad del grupo. Existía una situación opaca respecto a las finanzas y a los contratos con empresas de espectáculos, por lo que es el grupo de Rodolfo el que abandonó a Quilapavún”.

Siendo copropietario de casi la mayoría de los 27 discos que el grupo ha grabado en su trayectoria y confirmando que el contrato con Warner no incluía el pago de royalties a ex integrantes, Eduardo Carrasco gestionó una cláusula paralela para recibir parte de ese dinero y dar algo de respiro a tal encarcelamiento discográfico.

La misma gestión sirvió para que en 1995 el tronco más legendario de la banda también fuera parte de la entrega de la medalla Gabriela Mistral que la embajada chilena en Francia le hizo a la banda por su aporte a la internacionalización de nuestra cultura.

¿VENCEREMOS?

Por tanto, los conflictos no sólo se limitaron a Chile. Cuando a mediados del año pasado el sello español Picap -entidad especializada en música hispanoamericana- se interesó por lanzar todo el catálogo i de la banda, las cláusulas del contrato siguieron igual rumbo: sólo quienes firmaban tal acuerdo podían recibir dinero en forma directa.

Lo que gatillo la crisis terminal fue la propuesta de Parada de regrabar las composiciones del conjunto para hacer suyos los derechos de autoría, aparte de inscribirse como director artístico de discos tan tempranos como Por Vietnam (1967). Fue el momento en que Gómez y Lagos pensaron en el adiós, abortando dos shows en Santiago programados para el 25 y 25 de octubre en el teatro Oriente, donde registrarían un disco en vivo.

El financiamiento de tal placa los obligaba a renovar el contrato con la multinacional, pero ambos se opusieron al proyecto, ya que no contemplaba la opinión de los copropietarios del catálogo. De tal registro y de su anunciada operación retorno nunca más se supo.

"No daba más. Existía una discrepancia artística y administrativa muy grande con Parada. Me fui y no quiero hablar más del tema, porque no me corresponde ni me motiva", aclara escuetamente Lagos desde París.

PARADA RESPONDE

Evasión y justificaciones varias son los conceptos que mejor definen la actitud de Rodolfo Parada frente a la peor, crisis en la historia de Quilapayún. "El hecho que muchos integrantes se hayan ido forma parte de algo evolutivo, los tiempos cambian y la renovación es necesaria", comenta rápidamente desde París.

Al mando de la agrupación desde 1989 -fecha que también marca el regreso a Chile y la partida de Carrasco-, este ingeniero metalúrgico es el foco donde se concentran todos los problemas actuales del "Quila". Pese a ello, el bando que acuartela a sus nombres primarios sólo exige una renuncia a su actitud y una aclaración de la "dudosa" legalidad que ha trenzado para, tal como ellos lo declaran, "atentar contra todos los valores humanistas que llenaron nuestra historia"

Tanto así que ahora es esa historia tan propia la que les juega una ironía demasiado cruel. Eduardo Carrasco lo expresa de manera brutal: "El actual Quilapayún es lo más cercano al pinochetismo"

UN POCO DE HISTORIA

Originalmente, Quilapayún fue concebido como una banda de neofolclor que pretendía estilizar la tradición a través de diversos arreglos vocales. Sin embargo, su trío fundador -Julio Numhauser y los hermanos Julio y Eduardo Carrasco- se percataron de que los vientos históricos corrían en otra dirección, por lo que el discurso sería el motor de su propuesta. Y también el de la Nueva Canción Chilena. Apadrinados por Angel Parra, su primer director musical, y con la clásica estética de los ponchos oscuros, llaman la atención de Víctor Jara en la Peña de la Universidad de Chile. El cantautor se hace cargo de la dirección artística y les consigue un contrato por 5 discos con Odeón. Con el retiro de Numhauser, se suma Guillermo "Willy" Oddó, la voz característica de sus épocas más gloriosas. Su evolución provoca el nacimiento de la DICAP (Discoteca del Cantor Popular), discográfica que se convirtió en el bastión de los artistas alineados con la Unidad Popular. En 1970, Luis Advis les compone la Cantata de Santa María de Iquique, obra desarrollada en base a interludios y canciones adaptadas al folclor. El exilio los obliga a trasladarse a Francia, donde facturan placas tan célebres como Patria o El Pueblo Unido. Vuelven a Chile en 1989 con una gira nacional y viven la tragedia: en 1991 Oddó muere asesinado en extrañas circunstancias.

EL FUTURO NO SE FUE

No sólo de recuerdos gloriosos viven los ex miembros de Quilapayún. Cada uno de ellos desarrolló labores paralelas a la estadía en el conjunto. Hugo Lagos es profesor de música en el colegio parisino Marcel Pañol; Ricardo Venegas dirige Preludio, banda tributo a Quilapayún que se presentará el próximo 1 de febrero en el Pub La Rosa y el 26 del mismo mes en el Gimnasio de Pudahuel; Eduardo Carrasco, aprovechando sus estudios en filosofía, ha lanzado dos libros por editorial Universitaria (Para leer Así habló Zaratrusta y Palabra de Hombre) y se apresta a lanzar un texto de conversaciones con Roberto Matta; y Guillermo García lanzó Vivencias, su primer intento solista.

Claudio Vergara S.